Claramente se puede observar que Donald Trump está interesado en los aspectos nacionalistas de su campaña y en ese sentido Rusia y China siempre serán los contradictores naturales de Estados Unidos, entonces él estará interesado en imponer sus ideas sobre ellos.
Es una hostilidad mutua que siempre será vista como la capacidad de responder de los países y de imponer sus ideas y decisiones.
Esta actitud es la que conviene a los Estados Unidos en este momento. Se trata de un movimiento pendular de regreso hacia el protagonismo en las relaciones internacionales.
El establecimiento republicano está interesado en recuperar aspectos de la órbita internacional que se habían perdido en los gobiernos de Obama, situación de la cual claramente se estaba beneficiando el presidente ruso Vladimir Putin.
Trump pretende que EE.UU. recupere la preponderancia mundial que tenía en el último período de Bush.
Que Estados Unidos tenga un nuevo protagonismo internacional va más allá de imponer unos nuevos aranceles o unas condiciones económicos determinadas. Lo que quiere es que su poderío se fundamente nuevamente en un peso político universal.