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Columnistas | PUBLICADO EL 10 octubre 2019

Yemen no es Siria, y su conflicto tampoco

Por Juan Sebastián Brizneda H.*
jsbrizneda@hotmail.com

Yemen no es Siria, y por tanto su conflicto tampoco. Además de los males obvios que sufren los pueblos en guerra, los yemeníes tuvieron la mala fortuna de hacer la guerra mientras en Siria también la hacían, e inclusive la tan mala suerte de que mientras Siria se “pacificaba”, Yemen se encrudecía.

El mundo se limitó en poner ojos en Siria, y en Yemen, indiferencia e ignorancia. Se pensaba en que Arabia Saudita iba a controlar su “patio trasero” y ni siquiera ha podido defender su petróleo. Mientras se necesita un diagnóstico de lo que sucede en tierras yemeníes, se sigue diciendo el conflicto del Medio Oriente, para hablar de Yemen y de Siria, como si fueran uno solo.

Después de las Guerras Mundiales, los teóricos de Relaciones Internacionales se dieron cuenta que no bastaba con querer la paz para conseguirla. Para proponer modelos de paz viables, primero había que entender a cabalidad las causas del conflicto y su desenlace. Para concebir la paz en Yemen, primero hay que entender los matices de su guerra y no reducirlos a un Siria 2.0.

Las sociedades son en su esencia diferentes. Yemen se rige por un modelo social tribal que en muchas ocasiones define los bandos de la guerra, y en Siria hay principalmente una dinámica vertical de Estado versus rebeldes.

Yemen ha sido un territorio periférico, es el país más pobre de la región y su importancia geopolítica ha sido abiertamente subestimada. En Siria se cree que quien controle sus tierras se estaría ganando la joya de la corona.

Existen bandos en Siria que han contado con claro apoyo regional e internacional, donde grandes potencias han participado así sea enfrentándose indirectamente. En Yemen, hay una “coalición internacional” encabezada por Arabia Saudita que bombardea hospitales, casas, escuelas y que compra toda clase de artillería militar sin reparo del vendedor.

El conflicto sirio ha tenido agentes publicitarios poderosos que han mostrado la barbarie con el fin de instrumentalizarla para perseguir sus intereses. Las denuncias en Yemen las hacen organizaciones humanitarias que son ignoradas en los estrados y bombardeadas en el terreno.

Es tanta la indiferencia, que la razón para que países como Alemania dejaran de venderle armas a los saudíes no tuvo nada que ver con Yemen, sino que fue debido al trágico asesinato del periodista Khashoggi. A diferencia del drama sirio, el drama yemení se invisibiliza porque en Siria los potenciales refugiados escapaban para Europa y los yemeníes escapan a Somalia.

La guerra en Siria es culpable de una hecatombe humanitaria que no se veía desde la Segunda Guerra Mundial. Pero cuando se analiza Yemen, hay que evitar comparaciones sin sentido y volcar la atención a su conflicto que tiene todo el potencial para ganarle a Siria en los peores de los ránquines.

La ONU dice que Yemen es la peor catástrofe humanitaria del mundo; que dos tercios de la población, 24.1 millones de personas necesitan asistencia humanitaria; que alrededor de 91.600 personas, en especial civiles, han muerto desde el 2015; que 3.3 millones de personas han sido desplazadas; y que todavía existe un largo y triste etcétera que documentar.

* Internacionalista, master en Estudios de Oriente Medio.

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