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No quiero dejar pasar esta ocasión sin llamar la atención sobre los millonarios gastos en que están incurriendo algunas campañas, cuyas numerosas vallas se dejan ver en nuestra ciudad y en las demás ciudades y carreteras colombianas. No sabemos cuál es el origen de ese torrente de dinero en algunas campañas que sirve para todo, desde comprar electores hasta pagar cuantiosas sumas de dinero en publicidad y logística electoral, pero sí lo sospechamos.
Las vallas que se observan denotan la total desconexión entre lo que se dice en ellas y las prácticas del aspirante. Predican, pero no aplican. Además, han llegado a nuestra región algunos candidatos a los que nunca hemos visto hacer algo por Antioquia, solo con el propósito de captar votos de incautos.
Se dice que una campaña, en tales condiciones, para Senado puede estar cerca de los veinte mil millones de pesos, y por la mitad una para Cámara de Representantes.
¿Qué aspirante honrado puede competir en esas circunstancias?
Difícil, ciertamente, pero no imposible, si los ciudadanos concurrimos masivamente a las urnas y logramos derrotar con una participación copiosa la corrupción electoral y la politiquería.
Digamos también no a la abstención, participemos, porque, de no hacerlo, esos oscuros personajes podrán salirse con la suya.
En Antioquia hemos tenido la tradición ya centenaria de apoyar a los hijos de esta comarca.
Los antioqueños votamos copiosamente por los candidatos presidenciales nacidos aquí y lo mismo ha sido nuestro respaldo a los congresistas.
Hoy se decide la integración del nuevo Congreso y hay que asegurarle a nuestro departamento una digna representación, no solo por la cantidad, sino también por la calidad. No debemos tener dudas sobre los candidatos que seleccionemos y a los cuales entregamos nuestro voto, el cual no es solo el ejercicio de un derecho y un deber ciudadano, sino un compromiso con la democracia.
De allí, entonces, que hoy debamos concurrir a las urnas con máxima responsabilidad al depositar nuestro voto, y me atrevo a señalar que debemos votar por antioqueños sin mácula, sobre los cuales tenemos la certeza de que actuarán en el Congreso con apego no solo a la Constitución y a la ley, sino también a los principios éticos y morales que deben regir toda actuación pública y privada.
Otra importante condición es no votar por aquellos que le están apostando a la destrucción de Medellín y Antioquia, como es el caso de los que respaldan la funesta y siniestra administración de Daniel Quintero.
En cuanto a las consultas, obremos con responsabilidad también y votemos para Congreso pensando en la elección presidencial del 29 de mayo, no sea que el país caiga en manos de irresponsables predicadores de utopías y abanderados de tesis populistas.
Post Scriptum: El autodenominado y cuestionado “senador de las regiones” Mario Castaño, del Partidlo Liberal, ha logrado poner sus sucias manos en Medellín con su hermano Iván, nombrado por el alcalde Quintero director de Ruta N. Como lo informó EL COLOMBIANO esta semana, Iván ya está dando muestra de sus “habilidades” en contrataciones y nombramientos