viernes
0 y 6
0 y 6
Durante el régimen colonial británico en el subcontinente indio, el gobierno inglés decidió contrarrestar la numerosa presencia de serpientes venenosas en la ciudad de Delhi, ofreciendo una recompensa a quienes llevaran su piel como prueba. Aunque creyeron haber acertado, pues recibieron muchas pieles de cobra, la ciudad seguía infestada de serpientes porque algunos empezaron a criarlas por la atractiva recompensa. Desconcertados por su fracaso, decidieron eliminarla, convencidos que eso resolvería el problema, pero ahora sin estímulo, los “culebro-criadores” decidieron liberarlas ocasionando una plaga de cobras mucho mayor que antes.
Esto es lo que Horst Siebert denominó “Efecto Cobra”, que es una manifestación de cuando por ignorancia, soberbia, incapacidad para hacer análisis de consecuencias, o la mezcla de todas las anteriores que produce un veneno más mortífero que el de la cobra, se proponen “soluciones” equivocadas con resultados catastróficos que, en vez de solucionar los problemas, los empeoran.
Pero no hay que ir a India para ver el “Efecto Cobra”. Hace unas semanas la alcaldía, intoxicada del veneno antes descrito, pasó por encima de la junta directiva de EPM, y sin un análisis de consecuencias, inició un torpe proceso judicial en contra de quienes ella quiere que sean los culpables. Como la única experticia de la alcaldía es el populismo, que explota la ignorancia de la gente y sus necesidades aguzadas por la crisis sanitaria, le echaron el cuento a los ingenuos ciudadanos que esa decisión evitaría que sean ellos quienes paguen los problemas de Hidroituango, y lo hagan las “malévolas” empresas contratistas.
¿Sabe de verdad quién pagará los costos de esta populista y torpe decisión vestida de obvia y defensora de los bolsillos de los ciudadanos? Usted. Y no importa su estrato socioeconómico.
¿Sabe qué bolsillo pagará los mayores intereses que tendrá que asumir EPM por su baja de calificación de riesgo? El suyo. Así la alcaldía diga que el problema ya pasó porque “cambiaron la junta directiva”, como si ese fuese el problema y no cómo es presidida.
¿Sabe quién pagará el dinero que probablemente las aseguradoras ahora no van a reconocer y pidan devolución de lo que habían entregado, o el extracosto que implicará que la construcción se retrase por la reacción de los contratistas actuales o el costosísimo relevo de uno nuevo? Usted, si cree el cuento de quien intentó mentirle en campaña prometiendo congelar las tarifas de los servicios públicos, como otro alcalde al que el actual todos los días se parece más. Si alguien lo va a perjudicar, es quien está diciéndole que lo protege.
Lo realmente costoso serán 4 años de un alcalde “supuestamente” aprendiendo su tarea. Pero todavía hay una salida “parcial” para la ciudad y para que esta alcaldía no quede como la más inepta de la historia: reversar su decisión, respetar una “buena” junta directiva, mínimo como la anterior, y aceptar un mecanismo no exclusivamente público, experto y técnico de monitoreo y asesoría .