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Columnistas | PUBLICADO EL 23 marzo 2023

Usted, el que todo lo paga

A falta de políticas de contención y de eficiencia pública, a la clase media asalariada -la que no tiene escapatoria y no suele armar algaradas en las calles- se le expolian los escasos pesos que tiene en el bolsillo.

Por Humberto Montero - hmontero@larazon.es

El rey sol de estos tiempos es una trituradora de libertades por encima del bien y del mal, como en los tiempos del absolutismo. Hemos pasado de postrarnos ante los caudillos a hacerlo ante una suerte de pensamiento único que nos dicta que cada día tenemos que pagar más impuestos para crear una sociedad más igualitaria a base de dádivas con sello gubernamental y beneficios, mal llamados sociales, que deberían de ser ocasionales y no perpetuos, salvo en ocasiones.

Habrá quien piense que exagero, verán cómo no. En 1980, el gasto público total en Colombia representaba el 27,9% del PIB y el gasto social, el 7,6%, suponiendo apenas un 27,2% del gasto del Estado. Para 1997, el gasto público total se había disparado al 43,5% del PIB y el social, al 15,3%, más del doble que en 1980. En ese 1997, el gasto social ya representaba el 35,7% del gasto del Estado.

Entre 2010 y 2021, según los datos oficiales, hay un incremento en el total de gastos sociales públicos y privados, con un crecimiento promedio de 9,7%. La mayor participación porcentual promedio corresponde al gasto del área de política social de vejez con un promedio de 39,5%, seguido de salud con 38% y familia con 13,1%. Estas tres áreas representan en promedio el 90,6% del total en gasto social público y privado.

Para 2022, el presupuesto del Estado fue el mayor de toda la historia. El 15,2% fue para gasto público social, un porcentaje similar al de 1997. En 2023, se ha vuelto a superar el récord, con el quinto mayor gasto público de toda Iberoamérica. No es necesario torturarles con un aluvión de datos porque ya los tienen todos ustedes en mente. La cuestión es que el monstruo no hace sino crecer.

La conclusión es clara: para engordar al Estado hacen falta más recursos, lo que habitualmente se traduce en más impuestos directos o indirectos. A falta de políticas de contención y de eficiencia pública, a la clase media asalariada -la que no tiene escapatoria y no suele armar algaradas en las calles- se le expolian los escasos pesos que andan en el bolsillo.

Una espiral sin freno que hipoteca, además, el futuro de los más jóvenes al elevar la deuda del país, pese a que muchas de las ayudas con las que se riega la economía no solo fomentan la economía sumergida, sino que son de todo menos igualitarias pues están mal distribuidas, sin los controles adecuados. Al final, una buena parte sólo engordan los bolsillos de ciudadanos que no las necesitan.

Mientras, hay una mayoría de ciudadanos que pagan y pagan sin recibir nada o muy poco a cambio. De hecho, muchos pueden pasar toda la vida sin tener que recurrir al Estado. Sin embargo, el Estado no deja de engordar a costa de esos ciudadanos. Y mientras ellos comienzan a pensar si este verano habrá que apretarse el cinturón, el Estado se va de crucero al Caribe a costa ¿de todos? No, de usted..

Humberto Montero

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