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Columnistas | PUBLICADO EL 22 febrero 2023

Una mirada ética sobre el ejercicio político

La construcción de nuestra historia nos espera y esto exige poner los intereses colectivos por encima del egoísmo individual, para que dejemos de soñar con una ciudad del tamaño de nuestros sueños y por fin comencemos a construirla.

Por Luz María Múnera Medina - redacción@elcolombiano.com.co

Comenzamos dos largas carreras en Colombia y cada uno de sus territorios.

Por un lado, un año lleno de retos para el gobierno del cambio; salud, educación, trabajo, pensiones y justicia serán el desafío no solo para el gobierno de Petro, sino, además, para el conjunto de la población colombiana que tendrá que defender el cambio en las calles, mientras los congresistas lo defendemos en el legislativo.

Pero por el otro lado, este es el año de elección de nuevos gobiernos locales, nuevos concejos y asambleas. En el caso de Antioquia y Medellín, la tarea no será fácil...

El Pacto Histórico se enfrenta al siguiente escenario de decisiones: el pragmatismo puro y duro o la oferta de hojas de vida de hombres y mujeres honrados, transparentes, capaces de gobernar nuestros territorios con ética. Sin duda alguna, el pragmatismo podrá llevarnos a ganar alcaldes, concejales y diputados, pero nos hará perder la credibilidad y el respeto de la ciudadanía, en el marco de un momento político definitivo para nuestra historia, en el marco de un país convulsionado pero lleno de esperanza. Será nuestra responsabilidad mantener viva la esperanza, el sueño, la posibilidad de construcción.

La decisión deberá pasar por el estudio detallado de las hojas de vida, buscando hombres y mujeres sin historias de corrupción, amor por lo público y nuestro pueblo y sin lugar a dudas, un programa, unas propuestas que conversen con el cambio y su Plan de Desarrollo. El gran reto, la tarea de reconstruir a Medellín sin objeciones, de desarrollar la democracia local, de desatar las fuerzas productivas, de construir ciudadanos y ciudadanas sujetas de derechos. Dependerá de nosotros y nosotras, ciudadanos y ciudadanas todos y todas de primera categoría, dependerá de que no pensemos en el día, sino en la construcción de futuro, en la necesidad de que aquellos que habitamos este bello territorio llamado Medellín, aprendamos de nuestra historia, para no repetirla, para que el debate logre abrirse camino con todas las fuerzas vivas, con todos los sectores, con todos los estratos, con todos y todas las medellinenses.

Se trata entonces de tender la mesa, de abrir los relatos y las historias, de tal manera que un nuevo proyecto de ciudad se abra camino, para que pensemos en no seguir viviendo escándalos de corrupción que gobierno tras gobierno han empañado nuestra historia reciente. Somos hombres y mujeres pujantes, trabajadores y trabajadoras capaces de lograr la resiliencia como pocos en el mundo. La construcción de nuestra historia nos espera y esto exige de cada uno y cada una poner los intereses colectivos por encima del egoísmo individual, para que dejemos de soñar con una ciudad del tamaño de nuestros sueños y por fin comencemos a construirla. Queda el reto de decir en voz alta “La corrupción y el saqueo no se comerán nuestra Medellín”.

Bienvenida la ética y el amor en la política.

Bienvenido el cambio.

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