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Un fenómeno del Niño intenso y duradero trae consigo grandes riesgos para el país. Riesgos que en el pasado se han podido sortear, en muchos casos de manera exitosa. En otros no tanto.
Por David Yanovich - redaccion@elcolombino.com.co
Después. de varios años de lluvias intensas, Colombia se enfrentará en los próximos meses a una sequía importante. Este fenómeno, conocido como el Niño, trae efectos importantes y afectará varios sectores de la economía. Sobre todo considerando que se espera que este Niño sea muy intenso, aunque no sepamos cuanto durará.
En efecto, según las proyecciones de la NOAA (la agencia ambiental de los Estados Unidos y el referente mundial para la estimación de probabilidades de ocurrencia de un Niño), se estima que este fenómeno ocurrirá con una probabilidad de mas del 90% para el segundo semestre de este año y el primer trimestre del 2024.
Pero este año se puede presentar un problema adicional. El fenómeno del Niño es, en esencia, una desviación importante en la temperatura superficial del océano Pacífico, que a su vez afecta los ciclos hidrológicos en Colombia y otros países de este hemisferio. Y este Niño está presentando desviaciones que nunca antes se habían visto en la historia, con desviaciones de más de 4 grados centígrados sobre la temperatura superficial.
Y un fenómeno del Niño intenso y duradero trae consigo grandes riesgos para el país. Riesgos que en el pasado se han podido sortear, en muchos casos de manera exitosa. En otros no tanto.
En un año normal, el 70% de la energía eléctrica producida en el país proviene de las hidroeléctricas, que dependen a su vez de los aportes de ríos y lluvias en los embalses. Si viene una sequía profunda estos aportes disminuyen sustancialmente, por lo que es necesario contar con generación térmica (gas, carbón y, en menor medida, líquidos) para poder atender la demanda. Para el sector vienen retos operativos (logística de suministro, funcionamiento de las máquinas de generación) y económicos (precios en el mercado spot elevados, que afecta a los compradores de energía que no tienen contratos).
A lo anterior hay que sumar que las altas temperaturas incrementan la demanda de energía eléctrica por el aumento en el consumo de aires acondicionados y refrigeración.
El sector agrícola también se afecta. La falta de lluvias en un país con muy poca capacidad de regulación hídrica para el sector - léase pocos distritos de riego y represas de almacenamiento de agua para riego - hace que la dependencia de los ciclos hídricos sea crítica. Sin agua no hay producción ni cosecha. Se podrían esperar también efectos económicos importantes, con muchos de los productos alimenticios subiendo de precio por la falta de oferta.
El suministro de agua potable también puede verse afectado, en la medida en que las fuentes hídricas para abastecer ciertas poblaciones pueden verse mermadas de manera importante. Esto tiene efectos a su vez sobre la salud de estas poblaciones, que en muchos casos se ven enfrentadas a tener que consumir agua de poca calidad, o de consumir menos agua que lo recomendado.
Finalmente, la falta de lluvias trae consigo riesgos adicionales en incendios y quemas espontáneas, muchas veces causadas por la irresponsabilidad humana. Dejar tirada basura en parques y bosques puede generar el inicio de lo que podría ser un incendio de proporciones importantes. Las 1.000 hectáreas quemadas recientemente en el municipio de Mosquera, en Cundinamarca, dan cuenta de esto. Y la falta de agua, además de ser la potencial causante de estos incendios, igualmente limita el acceso de recursos hídricos a los bomberos, que enfrentan un reto adicional para poder controlar este tipo de eventos.
No hay duda de que se viene un Niño. Qué tan travieso venga aún no lo sabemos. Pero las señales no son buenas. Hay que anticiparse y estar preparados y atentos para poder sortear los riesgos que se avecinan.