viernes
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Encontré al padre Nicanor solo en su casita. Solo y aburrido. Tristón. No dudé en invitarlo a salir a tomar aire, a respirar el paisaje.
-Vámonos, tío, a dar una vuelta por ahí. Usted parece aburrido en su encierro.
-Hasta en el cielo se aburre uno, muchacho. La rutina, la monotonía son peligrosas. Son la puerta de entrada a la depresión y al desencanto vital, a la abulia que tanto temían los monjes antiguos. Y los de hoy también, supongo. Vea si no a Mariengracia. Casi no la convenzo de que se fuera...
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