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Columnistas | PUBLICADO EL 10 abril 2022

Un poeta en el Metro

Hay gentes que todo lo consideran suyo, que quiebran y arrancan, que ni siquiera agradecen el aire. Y no les duele un hueso, no dudan ni sienten temor.

Un poeta en el Metro
Por Juan José Hoyos - redaccion@elcolombiano.com.co
Infográfico

Hay gentes que llegan pisando duro, que gritan y ordenan, que se sienten en este mundo como en su casa. Gentes que todo lo consideran suyo, que quiebran y arrancan, que ni siquiera agradecen el aire. Y no les duele un hueso, no dudan ni sienten un temor, van erguidos y hasta se tutean con la muerte. Yo no sé, francamente, cómo hacen, cómo no entienden...

Estas fueron las palabras que escucharon con asombro esta semana cientos de miles de viajeros en trenes y estaciones del Metro de Medellín. Parecen prosa, pero son poesía pura y dura.

Ellas fueron parte del homenaje que le rindieron al poeta José Manuel Arango la Universidad de Antioquia y el Metro, en la conmemoración de los 20 años de su muerte.

Con razón dice el tango de Carlos Gardel y Alfredo Lepera que 20 años no son nada. Pienso esto después de recordar el día de abril del año 2002 en que murió el poeta en una clínica de Medellín.

Ese día desapareció en la vida de Antioquia uno de los escritores más grandes desde el siglo XIX: una voz tan honda y verdadera como las voces de Epifanio Mejía, Gregorio Gutiérrez González, Tomás Carrasquilla, Porfirio Barba Jacob, Jaime Jaramillo Escobar o Fernando González. Un testigo, como pocos, de la vida de nuestro pueblo.

Un hombre que dijo de nuestras montañas: “Nada en ellas es blando. / No son estas, por cierto, / las formas de una tierra / llana y amable”, recordándonos que vivíamos por esa época en el país más violento del mundo. Mostrándonos cuáles son nuestras carencias, nuestras lacras y también nuestras orfandades.

José Manuel Arango nació en El Carmen de Viboral, en el oriente de Antioquia, en 1937. Estudió filosofía y letras en las universidades Pedagógica, de Tunja, y West Virginia, en Estados Unidos. Luego se vinculó como profesor a la Universidad Pedagógica, a la del Cauca y a la Universidad de Antioquia, donde se jubiló como profesor de lógica simbólica y filosofía del lenguaje.

A lo largo de su vida publicó los libros Este lugar de la noche, Signos, Cantiga, Poemas escogidos y Montañas. También libros de traducciones de Walt Whitman, Emily Dickinson y William Carlos Williams, con los títulos de Tres poetas norteamericanos y En mi flor me he escondido. En 1997 apareció Poemas reunidos, que recoge la mayor parte de su obra. Póstumamente fueron publicados sus libros La sombra de la mano en el muro, En la tierra de nadie del sueño y Poesía completa; esta última, con edición y prólogo del poeta Francisco José Cruz, en la colección Biblioteca Sibila del Banco Bilbao Viscaya, de España, en 2009. La Editorial Universidad de Antioquia también publicó póstumamente su Obra completa y las traducciones de gran parte de los poemas de Emily Dickinson.

José Manuel Arango formó parte del grupo editor de algunas de las revistas de poesía más importantes de Medellín, como Acuarimántima, Poesía y DesHora.

Durante los últimos 20 años, sus poemas han sido recogidos y traducidos al italiano, portugués , alemán e inglés. Su obra también ha sido objeto de importantes estudios académicos.

Pocas veces como el pasado 5 de abril la voz del poeta se escuchó por toda nuestra ciudad. Esa misma noche, la Emisora Cultural Universidad de Antioquia le dedicó un programa en el que Piedad Bonnett, Pablo Montoya, Pedro Arturo Estrada y varios escritores y poetas colombianos leyeron poemas suyos.

Yo leí uno de los que más amo. Se llama “Del camino”, y dice:

No hay camino, dijo el maestro.
Y si acaso hubiera un camino,
nadie podría hallarlo.
Y si alguien por ventura lo hallara,
no podría enseñarlo a otro
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