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Columnistas | PUBLICADO EL 01 mayo 2020

Un personaje inolvidable

Por hernando uribe c., OCDhernandouribe@une.net.co

Jesús fue maestro consumado en el arte de contar parábolas. En ellas, su fantasía, al servicio de la realidad, dejó para siempre en la mente y el corazón de sus oyentes y lectores la fuente de inspiración que los haría partícipes de la condición divina. Una de ellas inmortalizó la figura del buen Pastor.

Jesús mantenía a sus oyentes colgados de sus palabras, con la pasmosa habilidad de encerrar en ellas la realidad. Lo que le pasa a Dios, le pasa al hombre y lo que le pasa al hombre, le pasa a Dios. Para sentirse perplejos ante tal destreza en señalar con el dedo mágico de la palabra el horizonte infinito del Padre.

El contacto de inmediatez de Jesús con la realidad será siempre motivo de admiración aun para el artista más avezado en el arte de cultivar los sentidos para que digan lo que callan y callen lo que dicen. “Observen los lirios del campo, cómo crecen, no se fatigan, ni hilan. Pero yo les digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos” (Mt 6,28-29). ¿Qué pasaba en la mente y el corazón de quien así juntaba las palabras?

Jesús vivió en una civilización de ovejas y pastores. Con su capacidad asombrosa de mirar y admirar, y gran habilidad para contar parábolas, asombrosas fotografías verbales de la vida real. “En verdad, en verdad les digo: el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que escala por otro lado, ése es un ladrón y un salteador, pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas” (Jn 10,1-2).

Para Jesús, al pastor lo distinguen tres características: conoce a las ovejas, las llama por su nombre y da la vida por ellas. Veinte siglos después, el gerente es el pastor y los empleados las ovejas. Me muero de la felicidad de que mi gerente me conozca y me llame por mi nombre, y más si lo veo dispuesto a dar la vida por mí.

Toda empresa se constituye para prestar un servicio, que es ir en procura del bienestar radical de los demás, es decir, descubrir sus necesidades para satisfacerlas y hacerlos así dichosos. El gerente, el jefe que realiza esta tarea es el buen pastor de hace veinte siglos. Y más si puede decir como Jesús: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,10).

Excelente lector del evangelio quien se siente protagonista de lo que lee. Teología, mística, filosofía, antropología y sociología en asombrosa unidad.

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