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Columnistas | PUBLICADO EL 15 noviembre 2022

Un David, dos Goliat

Alejandro es un minúsculo David enfrentado a dos Goliat gigantescos: al Estado y al hombre más rico y quizá más poderoso, Luis Carlos Sarmiento Angulo.

Por Melquisedec Torres - @Melquisedec70

Podría usted cruzarse a Alejandro González en una calle de Bogotá y no vería ninguna señal para saber que es el vencedor – aún no definitivo – del pleito jurídico económico más grande y singular en la historia del país. Alejandro está tan lejos de las élites como la absoluta mayoría de colombianos. Alejandro es un minúsculo David enfrentado a dos Goliat gigantescos: al Estado y al hombre más rico y quizá más poderoso, Luis Carlos Sarmiento Angulo. Y les va ganando.

Lo conocí en un café del centro de Bogotá hace 6 años; cada vez que lo veía, sacaba un enorme legajo en el que constaba la evidente injusticia criminal de la que ha sido víctima.

En febrero de 1999 Alejandro va a Corfivalle (desde 2006 Corficolombiana del grupo Sarmiento Angulo o Grupo Aval), y presenta 3 Cdt para cobro con sus intereses de 10 años. Un funcionario de Corfivalle alega que esos títulos son falsos y procede, por orden del director jurídico, a ponerles un sello de “anulado”. Un acto arbitrario e ilegal pues la autenticidad o no de un título valor (cheque, billete o Cdt) la determina un juez, no el particular que, además, es el deudor del título. ¿Podría alguien que ha firmado un pagaré a un banco por un crédito, negarse a cumplir esa obligación alegando que el pagaré es falso y, él mismo, ponerle un sello de “anulado”? Por supuesto, es absurdo e ilegal. Pero eso fue lo que la justicia, una y otra vez, aceptó que Corfivalle / Corficolombiana podía hacer, e hizo, para no pagarle a Alejandro.

Y no bastando con ello, lo denuncian por falsedad en documento privado y estafa. Le retienen sus Cdt, es llevado a juicio y condenado en primera instancia a 20 meses de cárcel; en segunda, el Tribunal Superior de Cali lo absuelve y ordena devolverle los títulos, pero esto lo hacen en 2007, es decir 8 años después de haber exigido su pago. La ley prevé un término de 3 años para cobrarlos judicialmente, pero, dado que los Cdt estaban retenidos por la justicia penal, a Alejandro le fue físicamente imposible hacerlo en ese término. Cuando lo intentó, todos los jueces y magistrados le negaron el derecho.

Aún más: Corfivalle / Corficolombiana a través de su abogado Néstor Humberto Martínez alegó que los Cdt en realidad pertenecían a tres señoras Jaramillo de Caicedonia, Valle, pero jamás la justicia las buscó para verificarlo. Fue el mismo Alejandro quien las encontró en ese pueblo; las señoras ni siquiera tenían cuentas bancarias o la menor idea de qué era un Cdt.

No sé si el monto a reconocerle a Alejandro sea $14 billones o los $18 mil millones que, rápidamente, en menos de 24 horas, corrigió el Tribunal de Cundinamarca. Lo que es evidente es que Alejandro ha sido víctima de un poderoso círculo criminal, del más fuerte y oscuro, entre el dinero y la justicia torcida. Lo increíble es que lleva 23 años enfrentado a esos dos gigantes y, ahora sí, les va ganando con solo dos armas que no disparan, la razón y el derecho.

Melquisedec Torres

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