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La imagen del pastor recorre la Biblia. El Génesis describe los orígenes de Israel con Abraham, Isaac y Jacob, pastores que trashumaban con sus rebaños. El Éxodo presenta a Moisés como un pastor escogido por Dios para conducir al pueblo hebreo hacia la tierra prometida. El primer libro de Samuel cuenta la designación como rey de Israel de un pastor llamado David, autor de los salmos que representan a Dios pastoreando a su pueblo. Y los profetas Jeremías y Ezequiel critican a los jefes contemporáneos como pastores corruptos, anunciando como nuevo y buen pastor a un futuro descendiente de David. A estas profecías se refiere Jesús al presentarse como el Buen Pastor que carga sobre sus hombros la oveja perdida, destacando tres veces su característica esencial: dar su vida por las ovejas (Juan 10, 11-18).
para que su mensaje sea creíble, Él quiere una comunidad unida. Ya desde el siglo primero había divisiones entre los cristianos. Hoy persiste esta situación, y a pesar de lo que se viene haciendo desde el Concilio Vaticano II, llamado “Ecuménico”, todavía nos falta mucho para ser “un solo rebaño con un solo Pastor”. Por eso es preciso repetir la “oración sacerdotal” de Jesús: “No te ruego solamente por estos, sino también por quienes crean en mí al oír el mensaje de ellos. Te pido que estén unidos, para que el mundo crea que Tú me enviaste” (Juan 17, 20-21).
Pero la credibilidad también exige coherencia ética. Una de las críticas más fuertes a los dirigentes religiosos, tanto por parte de los antiguos profetas como de Jesús, es la referente a la corrupción. La búsqueda del propio beneficio primando el interés particular sobre el bien común, la utilización de personas débiles y vulnerables como objetos de placer o mercancías, todo cuanto se relaciona con la instrumentalización del ser humano, son hechos ligados a la corrupción.
Por ello la celebración de Jesús Buen Pastor constituye una oportunidad para denunciar las conductas corruptas de dirigentes religiosos, contrarias a su misión. Pero también es ocasión de anunciar que muchos sí la cumplen cabalmente a imagen y semejanza de Jesús.