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Columnistas | PUBLICADO EL 27 enero 2023

Tan lindos e inocentes

El próximo gran pulso entre las potencias será por la supremacía de las energías limpias. Más que salvar el mundo lo quieren controlar. Este juego significa reinventar la economía.

Por Juan Carlos Manrique - jcmanriq@gmail.com

Suficiente. La conversación nacional sobre la transición a energías más limpias requiere seriedad. No es solo contar un cuentico mal contado según el cual no vamos a explorar más yacimientos de petróleo, carbón o gas. No es solo dar cifras falsas basadas en informes sin ningún rigor técnico, como lo hizo la ministra de minas y energía en el foro de Davos, Suiza. No es solo que nos aplaudan porque queremos salvar el mundo. Suena muy bonito en los balcones internacionales. Dejemos tanto folclor. Es hora de poner el debate en contexto.

Primero. Las potencias mundiales tienen claro que, así como en el pasado, el liderazgo agrícola, militar y después el tecnológico, fue fundamental en su pulso por seguir siendo potencias, ahora el próximo gran pulso es por la supremacía de las energías limpias. Más que salvar el mundo lo quieren controlar. La guerra contra Ucrania aceleró el juego. Este juego significa reinventar la economía. Son palabras mayores. La batería de subsidios será descarnada. Ya las potencias se mostraron los dientes. Europa acaba de relanzar el plan Green Deal Industrial 2050, en respuesta al plan camuflado que lanzaron los Estados Unidos el año pasado. Ministra por favor léasele el plan europeo y analice su alcance para que no sigan diciendo por ahí: tan lindos e inocentes los colombianos.

Segundo. Antes de lanzar cualquier idea parecida a dejar de explorar, debemos responder varias preguntas con estudios serios. ¿Cómo se va a recomponer el parque automotor y de transporte? ¿Cómo se va a proteger el sistema eléctrico nacional? ¿Cómo se van a sustituir los ingresos que generan las industrias extractivas? ¿Cómo se van a reemplazar todos los derivados que requieren miles de empresas para producir bienes y servicios? ¿Cuál es el impacto de la transición en términos de seguridad energética, competitividad, inflación, deuda pública, inversión social, entre otros? ¿Cuál es la magnitud de las inversiones y subsidios? Y la lista de preguntas importantes continúa. Fácil vociferar desde los cómodos sillones de Davos y ante los reflectores, que vamos a salvar el mundo. Pero la realidad es muy diferente. En las dos últimas semanas, tenemos dos ejemplos dramáticos de lo que significa el desabastecimiento de gasolina en las regiones. El sur del país por el derrumbe en la Panamericana y la zona de Barrancabermeja por el bloqueo de las vías.

Tercero. Un proyecto país de la dimensión de una transición energética, requiere enormes capacidades y habilidades para ejecutarlo. ¿Alguna vez hemos ejecutado un proyecto país de esta magnitud? ¿Nos une a los colombianos proyectos país ambiciosos, más allá de ir al mundial de fútbol? No es hablando carreta. Porque por hablar carreta se nos derriten las carreteras, seguimos esperando el metro de Bogotá, tres millones de colombianos no tienen agua, se nos mueren los niños en la Guajira, nuestro modelo educativo es precario, hace más de 100 años perdimos Panamá, estamos perdiendo mar con Nicaragua y la lista continúa.

El Foro Económico Mundial en Davos, se denominó: “Cooperación en un mundo fragmentado” ¿Alguna reflexión para una Colombia fragmentada?

Juan Carlos Manrique

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