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Estación Trabajo, en la que las filas son largas y los oficios varios, diseñados con base en capacitaciones pertinentes (saber producir de manera debida) para usar las ventajas comparativas de manera sostenible (recursos bien usados), consecuentes con políticas claras para no agredir al medio ambiente y con apoyo en infraestructuras acordes a planes económicos racionales (ceñidos a la realidad y no a otros intereses), sistemas y métodos aplicables aquí y ahora, situándonos donde estamos, y con la intención (el objetivo) de crear una clase media que investigue, innove, cree y genere pautas de buen vivir. Y en esta estación Trabajo, si se quiere y hay visión política, una modernidad (lo que necesitamos para optimizar el lugar que ocupamos) que propicie una ciudad que fluya con sus dinámicas económicas propias, asumiendo el crecimiento (ser humanos) y el desarrollo acorde a los sectores económicos que debemos manejar para ser competitivos. No hay sueños en esta estación sino saberes.
La economía es un asunto de hombres y mujeres útiles que al enfrentar un territorio le ven posibilidades para la vida. Y en esto que ven y estudian, que prueban y relacionan (la economía no se fundamenta en apariencias sino en certidumbres) aparecen los conceptos de tierra con vegetales y minerales, agua que alimenta bosques y permite comunidades humanas, vías de acceso y posibilidades de situarse bien para pensar bien. La economía es un aquí y un cómo construir órdenes debidos (lo que antes se llamaba una heredad) para determinar qué es lo primero que exige un trabajo: cómo autoabastecerse y luego propiciar comercio con el excedente de producción.
Las revoluciones económicas (la agrícola, la industrial, la de servicios y la de la información) no se suceden unas a otras (haciendo desaparecer la anterior), sino que se complementan. Esto quiere decir que una economía se sostiene con todos sus sectores funcionando: el sector primario (lo que sembramos, criamos y extraemos), el secundario (la transformación y la producción en serie) y el terciario (servicios e información). No hay, entonces, economías de un solo sector (así privilegien alguno) sino de sectores unidos y en complemento. La economía naranja es posible si hay industrialización, por ejemplo. Esto, la complementación, es lo que propicia los oficios, el sustento, el intercambio, la investigación, los impuestos bien aplicados para un mejor bienestar y los gobiernos sanos con visiones completas sobre lo que gobiernan.
Acotación: promover formas económicas sin en qué sostenerse (sectores económicos previos funcionando bien) crea el caos, la precariedad y un sálvese quien pueda. Y es claro, porque la economía no es un revoltijo (un rebusque como en los días de las cavernas) sino un uso de todos los saberes y oficios económicos, desde los básicos a los avanzados. Y todos deben estar activos. Así, si la economía se quiere renovar, es activando todos los sectores y no creando más descalabros, como pasa.