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Despedida del Hegemón Benévolo

En menos de tres meses, la nueva administración en Washington ha cuestionado las premisas del orden internacional vigente durante ocho décadas.

hace 5 horas
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  • Despedida del Hegemón Benévolo

Por Rodrigo Botero Montoya - opinion@elcolombiano.com.co

El viraje reciente de la política exterior estadounidense ha tenido repercusiones mundiales, tanto en materia de seguridad, como en lo relacionado con el comercio internacional. En menos de tres meses, la nueva administración en Washington ha cuestionado las premisas del orden internacional vigente durante ocho décadas, en cuya conformación desempeñó un papel decisivo el gobierno de Estados Unidos a partir de la Segunda Guerra Mundial. Ese orden, conformado por las Naciones Unidas y los organismos económicos internacionales reemplazó al sistema de nacionalismos beligerantes que dio lugar a los conflictos del siglo XX. A falta de una alternativa coherente, el cuestionamiento del orden internacional vigente ha dado lugar a un sentimiento generalizado de confusión.

El primer ministro de Canadá, Mark Carney, ha manifestado su desconcierto ante el actual estado de cosas de la siguiente manera: ‘La economía global es hoy fundamentalmente diferente de lo que era ayer... El sistema de comercio global anclado en los Estados Unidos desapareció. Nuestra antigua relación de creciente profundización de la integración con Estados Unidos concluyó. El período de ochenta años, durante los cuales Estados Unidos asumió la responsabilidad de liderazgo económico global, durante los cuales forjó alianzas basadas en confianza y en respeto mutuo y actuó como el abanderado del libre intercambio de bienes y servicios concluyó. Si bien esto es una tragedia, es también la nueva realidad.’

El gobierno del presidente Franklin Roosevelt se mantuvo al margen de las hostilidades en Europa entre 1939 y 1941, si bien sus simpatías estaban con el Reino Unido en su enfrentamiento con la Alemania Nazi. Un influyente movimiento de opinión pública se inclinaba a favor de Alemania y se oponía a la participación de Estados Unidos en el conflicto europeo. Esa situación cambió con el ataque japonés a Pearl Harbor en diciembre de 1941 y la decisión de Adolfo Hitler de declararle la guerra a Estados Unidos.

Al concluir la guerra con la derrota y ocupación militar de Alemania y Japón en 1945, la indiscutible superioridad económica y militar habían convertido a Estados Unidos en una potencia mundial de primer orden. Esa situación de preminencia se acentuó a partir de la disolución de la Unión Soviética en 1991. Como consecuencia, las relaciones internacionales durante la posguerra estuvieron condicionadas por la asimetría entre la nación dominante y las demás naciones. Para que una situación de desigualdad resulte sostenible, se requiere que la nación líder actúe con mesura y auto control y que suministre bienes públicos a los otros países. Esos bienes públicos pueden tener la forma de la preservación de la paz o de la posibilidad de progresar económicamente. Eso implica que la nación líder asuma una parte desproporcionada del costo de la seguridad colectiva y que se proponga el objetivo de promover el bienestar económico de las demás naciones en calidad de lo que Charles Kindleberger denominaba hegemón benévolo.

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