viernes
0 y 6
0 y 6
Querido Gabriel,
“Si respiras por la boca se te van a torcer los dientes”, advertía mi mamá. “En boca cerrada no entran moscas”, decía mi papá, para recordar la importancia del silencio e insistir en que respirara por la nariz. Algo de cierto hay en esos consejos que transitan generaciones. Hemos hablado mucho de salud, pero, increíblemente, aún no sobre respiración. ¿Qué recomiendan los médicos? ¿Volvemos a la sabiduría ancestral para comprender el valor de la sana respiración, tan relevante, quizás, como la buena alimentación? Hagamos una tertulia inspirados en el reciente libro Respira, de James Nestor, donde el autor nos comparte su investigación y experimentos sobre el tema.
El ser humano moderno olvidó respirar, tal vez por las mismas razones por las que dejó de comer bien, moverse de manera natural o dormir reparadoramente. Los avances tecnológicos y sociales nos han traído beneficios, pero también desafíos. La blanda comida procesada y la contaminación del aire han causado, según el autor, una involución que ha encogido levemente —pero con gran impacto— nuestras mandíbulas y estrechado nuestras vías respiratorias. Esta parece ser la causa de muchas de las sinusitis, alergias, obstrucciones nasales, apneas y dentaduras torcidas que nos enferman y deterioran nuestra calidad de vida.
Debemos reaprender a respirar. Los beneficios parecen ser inmensos; más fuerza física y vigor intelectual, mejora del sueño, disminución del estrés y fortalecimiento del sistema inmune. El libro plantea varios puntos comunes con lo que hemos aprendido con el doctor Ignacio Londoño, Piti Parra, el maestro de Qi Gong, y Kamala, la profe de yoga. La ciencia, de nuevo, se encuentra con prácticas milenarias. Ojalá los médicos y los colegios, que nos deberían enseñar a vivir mejor, incorporen pronto el asunto.
En términos generales, excepto si se practica una técnica especial o si hay alguna obstrucción, debemos respirar por la nariz, “la puerta celestial para la vida” de los antiguos textos chinos, hecha para filtrar y humidificar el aire que entra en nuestro cuerpo. Es más sano, además, exhalar como los cantantes, de forma extensa y purificadora. Parece, por otro lado, que lo más importante es respirar lentamente, de unas cinco a seis veces por minuto. También, aunque parezca contraintuitivo, Nestor habla de respirar menos, señala un efecto análogo al del ayuno intermitente en la privación controlada y razonable de aire.
Tenemos mucho más que conversar, hay tantas formas de respirar como de comer, pero para la tertulia te propongo que practiquemos mi técnica favorita, llamada 4 7 8, popularizada por el doctor Andrew Weil y usada por los marines norteamericanos para bajar el pulso, fantástica para relajarnos a mitad del día y aún mejor para conciliar el sueño. Inspira contando hasta cuatro, contiene contando hasta siete y exhala contando hasta ocho. Sentirás el efecto inmediato y te asombrarás de nuevo por lo sorprendente de nuestro cuerpo. Luego, abramos la conversación con esta provocadora idea, del yogui indio B. K. S. Iyengar, citada por Nestor: “La vida del yogui no se mide por el número de sus días, sino por el número de sus respiraciones”
* Director de Comfama.