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Columnistas | PUBLICADO EL 25 marzo 2022

Registraduría, de la ineficiencia a la violencia

Ha quedado una peligrosa sombra de duda sobre la idoneidad del sistema electoral y, por lo tanto, sobre la transparencia del próximo debate electoral para la elección de presidente.

Por Luis Fernando Álvarez Jaramillo - lfalvarezj@gmail.com

La violencia, cualquiera sea su origen y manifestación, es la principal enemiga de la democracia y, en general, del Estado social de derecho. Pero el fenómeno es aún más grave cuando tiene origen en el deficiente funcionamiento de las instituciones. Es el Estado originando, a partir de sus propias estructuras, motivos suficientes para que puedan surgir y desarrollarse peligrosos actos de violencia.

Históricamente, uno de los órganos que ha sido reconocido y apoyado por la ciudadanía, por su pulcritud, seriedad y eficiencia técnica y jurídica, ha sido la Registraduría Nacional del Estado Civil. De hecho, los diferentes procesos electorales, aún en las épocas más bochornosas, se han apoyado y salido airosos gracias a la generalizada credibilidad en la honestidad, imparcialidad y eficacia del sistema electoral, es decir, del Consejo Nacional Electoral, la Registraduría, los jurados de votación y demás actores del sistema.

Sin embargo, es preocupante lo sucedido en las pasadas elecciones para Congreso y consulta para escogencia de candidatos a la presidencia de la República. La caída de la página de la Registraduría, prácticamente durante todo el día del debate electoral, las informaciones contradictorias, las declaraciones inexactas por parte del registrador y sus propuestas salidas de tono, algunas de ellas no contempladas en la legislación electoral, han generado dudas, suspicacias y, fundamentalmente, desconfianza en la autoridad que debe dirigir y manejar el proceso electoral.

La inoportuna e ilegal declaración del registrador, de pedirle al Consejo Nacional Electoral el “reconteo” de los votos para Senado, procedimiento no contemplado por la legislación electoral, no solo es inconveniente e ilegal, sino peligrosa, pues, al no estar consagrada por la ley, aquellos movimientos políticos que resulten desfavorecidos por el “nuevo conteo” van a reclamar airosamente porque se les estaría desconociendo lo que legalmente es su derecho. De la misma manera, los partidos o movimientos que resultaren favorecidos con dicho “nuevo conteo” van a afirmar que, efectivamente, en el conteo inicial y en los escrutinios hubo inconsistencias, inexactitudes y hasta se hablará de fraude.

Aunque a última hora el registrador retiró su equivocada propuesta, ante la protesta de los diferentes sectores políticos, de todas maneras ha quedado una peligrosa sombra de duda sobre la idoneidad del sistema electoral y, por lo tanto, sobre la transparencia del próximo debate electoral para la elección de presidente, de manera que, bien sea en la primera vuelta o en la segunda, si hay lugar a ella, el candidato o candidatos que resulten en inferioridad de votos van a cuestionar la capacidad de la Registraduría y, en general, del sistema electoral, van a protestar bajo el argumento de que han sido víctimas de buena o de mala fe del mal manejo de las elecciones, se van a negar a reconocer al triunfador y, eventualmente, se pueden originar manifestaciones y hechos de violencia contra los resultados de las elecciones. Nada más peligroso que la violencia que surge de la ineficiencia de los órganos del Estado; en este caso, de la Registraduría 

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