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Cantantes como Bruce Springsteen, Eminem, Rihanna, Lady Gaga y Beyoncé han exigido que sus canciones no se toquen en las reuniones trumpistas y aprovechan cualquier micrófono para insistir en su inconformismo.
Por David E. Santos Gómez - davidsantos82@hotmail.com
El peso simbólico de la foto fue enorme. En ella se veía a Taylor Swift, en primer plano, sosteniendo un gato. Como toda publicación de Instagram, iba acompañada de un mensaje -extenso para los estándares digitales- en el que explicaba su decisión de votar por la demócrata Kamala Harris en las elecciones presidenciales de noviembre.
En pocos minutos la imagen recibió millones de likes, la forma contemporánea de mostrar apoyo, y Donald Trump, cuarenta años mayor que Swift y quien en el pasado había compartido imágenes falsas de un supuesto apoyo de la cantante a su campaña, respondió con un mensaje que mezcla infantilismo y violencia: “I Hate Taylor Swift!”. “¡Odio a Taylor Swift!”, publicó en su propia red social.
Minutos antes del enfrentamiento, Estados Unidos había visto el debate presidencial en el que Trump, incómodo y nervioso, aseguró que los migrantes se comían a los perros y a los gatos. La imagen de la cantante con su mascota tenía la doble intención de responder a esa ridiculez y afianzar otra lucha contra el candidato a vicepresidente J.D. Vence, quien intentó menospreciar a Harris cuando la denominó “una mujer sin hijos y con gatos”. La campaña republicana sintió el doble golpe, más fuerte aún por tratarse de la que es, sin duda, la cantante pop con mayor influencia en el país.
Decir que el apoyo de una artista inclinará definitivamente la balanza política parece un atrevimiento analítico, sin embargo, el movimiento que dio Swift es el último de una serie de críticas del mundo cultural a Trump y puso el foco en su influencia en una elección que se definirá por un porcentaje muy estrecho en un puñado de territorios.
El escenario es favorable a los liberales e incluye desde activistas históricos hasta personajes tradicionalmente apáticos a la política, pero que ahora insisten en que un nuevo periodo del multimillonario en la Casa Blanca puede llevar al fin de la democracia estadounidense, como la conocemos.
Cantantes como Bruce Springsteen, Eminem, Rihanna, Lady Gaga y Beyoncé han exigido que sus canciones no se toquen en las reuniones trumpistas y aprovechan cualquier micrófono para insistir en su inconformismo. Actores como Robert De Niro o Alec Baldwin son fervientes opositores. Los shows de media noche y sus presentadores, como Stephen Colbert o John Oliver o Trevor Noah, son abanderados del camino demócrata. ¿Serán suficientes sus diatribas? En ambos cuarteles de campaña están convencidos de que, como están las cosas, estos apoyos pueden dar el empujón definitivo.
En los días que siguieron a la publicación de Taylor en Instagram, la página web para registrarse y votar -que la cantante había anexado a la leyenda de su publicación- fue visitada masivamente y la inscripción de jóvenes creció de forma exponencial.
El reto de la campaña oficialista es mantener en alza el entusiasmo durante el próximo mes. De lograrlo, es muy posible que la presidencia sea de Kamala Harris.