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Por David Suárez Tamayo
davidsuarez9@hotmail.com
Con mucha frecuencia se escucha que Medellín necesita un gerente. Pues no. Medellín no es una empresa, Medellín es una ciudad-municipio. Una empresa y una ciudad no se pueden manejar-administrar de la misma manera.
Por lo general una empresa está enfocada en uno o dos sectores económicos, en una o dos actividades productivas principales, y su finalidad es la rentabilidad, el lucro, la utilidad, la ganancia, así algunas de ellas proclamen en sus declaraciones que tienen objetivos sociales o propósitos filantrópicos. En cambio una ciudad-municipio abarca todas las actividades y sectores: empresariales, industriales, comerciales académicos, culturales, orden público, seguridad, movilidad, entre muchos otros; y su finalidad será siempre el interés general y la satisfacción de necesidades colectivas.
Una empresa ante la sociedad, comunidad, manifiesta en ocasiones gestos de solidaridad y caridad. El municipio no hace obras de caridad, el municipio tiene deberes-obligaciones constitucionales y legales que cumplir.
La empresa cumple sus fines a través de negocios, siendo el medio por excelencia el contrato como expresión de autonomía de voluntad y acuerdos bilaterales. El municipio lo hace a través de decisiones unilaterales discrecionales, actos administrativos, y si bien celebra contratos, él mismo impone las condiciones y además goza de las llamadas prerrogativas, potestades públicas y cláusulas excepcionales.
La empresa goza de libertad de formas, autorregulación, prima en sus actuaciones la consensualidad; el municipio se rige por el principio de legalidad, se imponen las solemnidades, ritualidades, procedimientos reglados, formalidades.
La empresa dispone de mucha libertad para seleccionar sus directivos y empleados; en el municipio su máximo directivo, el alcalde, es elegido por voto popular, y la mayoría de sus empleados acceden al cargo a través de concursos de méritos-carrera administrativa. En la empresa hay flexibilidad para la asignación salarial, en el municipio los salarios tienen límites, topes legales y reglamentarios.
La empresa y su gerente no soportan el régimen de prohibiciones, inhabilidades, incompatibilidades, conflictos de interés, controles y responsabilidades que sí tiene el municipio como entidad pública, y el alcalde como servidor público.
La empresa se puede dar el lujo de “quebrarse”, incluso de desaparecer; el municipio nunca se “quiebra”, y en los últimos 40 años no conozco ningún municipio que haya desaparecido, pese a la violencia sangrienta y desplazamiento forzoso de sus poblaciones.
La empresa no tiene que fomentar, ni garantizar la participación ciudadana, las veedurías; el municipio sí.
La empresa y su gerente se pueden quedar con ganancias. El municipio y el alcalde, no, todo debe revertirse en las comunidades.
Voten por un alcalde, no por un gerente.