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Columnistas | PUBLICADO EL 01 diciembre 2022

¿Qué está pasando en Arabia Saudí?

El turismo como motor transformador es la nueva revolución que vive Arabia Saudí. Para ello forman 100.000 jóvenes al año en uno de los sectores al que le han apostado todo.

Por Humberto Montero - hmontero@larazon.es

El Mundial de Qatar es un reflejo de cómo está cambiando el mundo. No tanto porque Arabia Saudí se las haga pasar canutas a Argentina, sino porque muchos negocios que hace apenas dos lustros estaban en manos de los países occidentales han ampliado sus mercados. El turismo es uno de ellos. De hecho, ahora que me encuentro por casualidad en Riad, la capital saudí, les puedo asegurar que el ritmo al que cambian las cosas por estos lares es meteórico. Si Doha pasó de ser un polvoriento recodo del emirato qatarí, en el que hace apenas cuarenta años solo se erigía la pirámide del hotel Sheraton, a lo que es hoy, la transformación que se está viviendo aquí es aún mayor.

El reino saudí, cerrado al viajero hasta hace tres años, ha experimentado la mayor inversión turística de la historia, 800.000 millones de euros, en un suspiro. Riad ha crecido hasta tener 7,5 millones de habitantes, pero superará los 10,5 millones al final de la década. Lo que era un erial ayer está también cubierto hoy de rascacielos a cada cual más temerario y las grúas ciclópeas forman parte de su paisaje urbano. Toda esta renovación, como en el caso de Qatar o de los Emiratos Árabes Unidos tiene al turismo como punta de lanza y la diversificación de ingresos como principal objetivo.

El turismo como motor transformador. “Podemos cambiar muchas vidas si lo hacemos bien”, aseguraba en la cumbre del Consejo Mundial del Turismo (Wttc), celebrada esta semana, el ministro del ramo saudí. “Tenemos a un tercio de la población por debajo de los 35 años y formamos a 100.000 jóvenes al año en turismo”, remarcaba Al Khateeb para explicar la revolución que vive el reino.

Una de las metas de la monarquía saudí es que los ingresos turísticos, que actualmente apenas suponen el 3 % de su renta, representen un 10 % de su Pib en 2030. El desafío tiene todo el sentido del mundo. Si Qatar ha conseguido ubicarse en el mapa turístico global y servir de imán al resto de la Península Arábiga, ¿por qué no Arabia Saudí, que dispone de tantos o más recursos financieros y de un país entero, incluida la costa del Mar Rojo, por desarrollar?

El milagro solo figura por ahora en los bocetos y las maquetas, como en la futurista ciudad de Neom, una urbe de 170 kilómetros en línea recta paralela a la costa del Mar Rojo diseñada para acoger a 9 millones de personas, extranjeros también. Una ciudad con marina y una estación para practicar deportes de invierno, en las montañas cercanas, a cuarenta minutos de la costa. Pero también hay ya proyectos tangibles, como la hermosa ciudad amurallada de Diriyah, en la propia Riad, o la Petra saudí, Alula, donde se sigue excavando y descubriendo secretos milenarios.

De cada diez dólares que circulan por el mundo, uno viene del turismo. Genera uno de cada diez empleos globales a pesar de la crisis de 2020. El turismo es un motor del cambio. Les puedo asegurar que, aunque aquí las mujeres se cubren por el rigor de la sharia, todas van maquilladas y se vive una fiebre del bótox como en ningún lugar. No son libres, cierto, pero las cosas se mueven, aunque sea despacio.

Hay toda una ciudad en Riad dedicada al ocio y el entretenimiento, sin alcohol por ahora, y otros pequeños avances que, para el reino saudí, son un salto de siglos. Ojalá la apertura logre unir más aún el mundo y a todas las culturas. Porque eso es viajar al fin.

Humberto Montero

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