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Columnistas | PUBLICADO EL 28 septiembre 2022

Prófugos

Esta coyuntura es ideal para profesionalizar las Fuerzas Armadas e invertir con miras a ese objetivo. Para que llevar el uniforme sea un acto voluntario, de honra a la Institución y su mandato constitucional.

Flightradar24, una aplicación que muestra en tiempo real el tráfico aéreo en el mundo, puso en evidencia la magnitud de la huida de ciudadanos rusos a consecuencia de la convocatoria a la “movilización parcial” de Vladímir Putin. De un total de 25 millones de reservistas, trecientos mil han sido llamados; según medios como BBC News, muchos de ellos recibieron la notificación mientras protestaban contra la invasión a Ucrania.

¿Qué pasa por la mente de un ser humano cuando se le obliga a cargar —y usar— un arma? ¿Qué resultados arrojaría una aplicación que registrara, en las décadas recientes, el desplazamiento interno y externo de jóvenes colombianos que han huido del reclutamiento para la guerra? ¿Cuántos han abandonado sus veredas o barrios para esquivar a las guerrillas y los grupos de crimen organizado? ¿Y los prófugos de la autoridad estatal que se escuda en el “servicio militar obligatorio”?

La historia es una larga iteración de obligaciones “naturales”: los hombres, a quitar la vida, y las mujeres, a darla. Pero ni ellos nacieron para matar, ni nosotras solo para parir. (Mientras Rusia persigue hombres para la guerra, en más de la mitad de los cincuenta estados de la “gran democracia liberal”, “protectora de las libertades”, lo hacen con las mujeres más pobres —y migrantes— que buscan un aborto seguro). En nombre de la equidad, muchas mujeres hacen parte de ejércitos de países como Israel, pero en esta discusión el asunto medular es la libertad para elegir si se carga un arma. En el Congreso, Humberto de la Calle y Daniel Carvalho impulsan un proyecto para convertir el servicio militar obligatorio en otro de carácter social.

El director del centro constitucional para los derechos y las políticas públicas Politeia, Alejandro Matta, ha emprendido una campaña pedagógica sobre la objeción de conciencia. Tiene razón en insistir para que el Ministerio de Defensa atienda la línea jurisprudencial de la Corte Constitucional que establece que los jóvenes pueden declararse objetores de conciencia por razones éticas, filosóficas y religiosas: “En los últimos cinco años, 460.000 jóvenes han sido incorporados al Ejército Nacional... Solo 1.300 jóvenes se declararon objetores... Solo el 60 % de los objetores fueron aceptados... ¡Muy pocos saben de su derecho a la objeción de conciencia!”, concluye Matta.

¿Esto “acabaría con el Ejército”? ¡No! Con el Ejército acaban los tramitadores corruptos de la libreta militar. Uniformados como Mario Montoya. Los gestores y ejecutores de 6.402 falsos positivos.

El respeto se merece, no se impone.

Esta coyuntura es ideal para profesionalizar las Fuerzas Armadas e invertir con miras a ese objetivo. Para que llevar el uniforme sea un acto voluntario, de honra a la Institución y su mandato constitucional.

El Informe Final de la Comisión de la Verdad permite entender la relevancia de abolir del discurso y de la mente la obligatoriedad de las armas: es ponerle punto final a esas generaciones que han crecido con los fusiles por todo argumento y con la guerra como forma de vida 

Ana Cristina Restrepo Jiménez

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