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Columnistas | PUBLICADO EL 25 julio 2022

Por fuera del paisaje cafetero

¿Cómo se ignora que Antioquia es parte inseparable de lo que “constituye un ejemplo sobresaliente de adaptación humana a condiciones geográficas difíciles sobre las que se desarrolló una caficultura de ladera y montaña”?

Por Juan José García Posada - juanjogp@une.net.co

Que en este país vivimos muy despistados, se explica en gran parte por el desconocimiento de la Geografía, ciencia primordial para conocer la dimensión espacial y saber qué tierra se pisa y se recorre. Una prueba irrefutable del desdén oficial por el asunto geográfico, además de la Historia, está en la exclusión de Antioquia del llamado Paisaje Cultural Cafetero. No se entiende cómo un departamento con 95 municipios cafeteros y el 15 % de la producción nacional no figure en ese mapa establecido por norma legal y al que se le agregaron en esta semana 32 localidades del Huila.

Eso es inconcebible. Es absurdo, por no decir más. No se conoce una respuesta formal que lo explique. Si hubo negligencia o descuido, a pesar de que debieron hacerse estudios y discusiones, lo responderán los expertos en el tema. Borrar de la Geografía es también borrar de la Historia. Las dos ciencias, complementarias, se volvieron marginales en los programas educativos. La Historia va recobrando su rango y su importancia capital luego de tantos años de ser tratada como apéndice. De la Geografía hace falta una acción reivindicatoria, al menos para que los estudiantes, y sobre todo los de las 80.000 familias que viven del café en territorio antioqueño, vuelvan a enterarse del suelo en que habitan, del país y el mundo en el que estamos.

No puede ser redundante ni innecesario enfatizar en el daño que ocasiona en la educación el menosprecio por la Geografía. Dije hace algunos artículos que, en parafraseo del filósofo español Santayana, “los pueblos que olvidan su Geografía están condenados a recorrérsela a pie”. Insisto en esa nueva sentencia, con todo y su tinte humorístico. El Paisaje Cultural Cafetero, el mismo que sigue ahí, invariable pese a la ley, al cruzar los limites hacia Caldas (y hacia el llamado Eje). Nadie puede eliminar una tradición tan antigua que une, integra, establece continuidad física y cultural, para toda una región que bien podría constituirse como país, el País Paisa, como lo fue en tiempos del Estado Soberano de Antioquia, el mismo al que dedicó su obra principal el geógrafo envigadeño Manuel Uribe Ángel.

¿Cómo es que se ignore que Antioquia sea parte inseparable de lo que “constituye un ejemplo sobresaliente de adaptación humana a condiciones geográficas difíciles sobre las que se desarrolló una caficultura de ladera y montaña”? Alguien debería apersonarse del compromiso de hacer que se corrija ese error garrafal que desacredita al Estado colombiano y muestra la impertinencia, digamos que la tontería, la estulticia, de una norma discriminatoria, carente de lógica, reñida no sólo con la evidencia geográfica incuestionable, sino con la verdad histórica. Sería un buen paso para la reasunción del saludable liderazgo antioqueño en el momento en que se necesita con total urgencia 

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