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Columnistas | PUBLICADO EL 25 junio 2021

Pobre país

Por Ramiro Velásquez Gómezramirovego@gmail.com

No solo lo inútil, el gobierno de Iván Duque pasará a la historia como uno de los peores en violación de derechos humanos y libertades.

Un presidente perdido, que solo escucha a su séquito y al jefe político, que se burla de la comunidad internacional con nombramientos como el del retrógrado Alejandro Ordóñez para atender a la CIDH y cuya embajadora Alicia Arango cuestiona con mentiras (‘son rumores muertes en el paro’) el reporte que la alta comisionada de ONU reveló al mundo con nutrida documentación sobre los gigantescos abusos del régimen. (Van más de 20 ‘rumores’ confirmados por organismos internacionales)

Un gobierno que cercena el derecho a la protesta, que estigmatiza y señala a quienes piensan diferente o protestan y luego miente afirmando que el paro aumentó muertes por covid cuando no hay ningún estudio frente al tema (números no cuadran). Análisis en EE. UU. dicen que contagio en la calle puede ser de 0,1 %.

Un gobierno experto en decir, anunciar, prometer e incumplir todo y que ni se sonroja tras fracasar con la reconstrucción de Providencia

Un gobierno que secuestró los órganos de control, al punto que la Fiscalía, la Procuraduría y la Defensoría no están para investigar a quienes cometan delitos y abusos, sino para proteger a los cercanos al gobierno, perseguir a opositores y falsear cifras de la violencia.

Y que revive el discurso de que denunciar violaciones a derechos humanos es atacar el país, cuando se busca defender la vida y la dignidad de cualquier colombiano.

Un mensaje que cala. Hoy se aplaude el linchamiento. Muchos, en particular afines a ideas de derecha, justifican el asesinato por diferentes causas así sean menores, como un robo o dañar bienes públicos (no es el caso con la mayoría de asesinados y desaparecidos en estas protestas). Y convocan a eliminar a los ‘diferentes’.

Con lo sucedido en el Valle (desmembramiento de jóvenes), y otras ciudades, ante lo cual guardan silencio los gobernantes y una prensa cómplice, que cree ejemplar callar los atropellos del poder y la fuerza pública, queda en firme la pena de muerte solapada. Bueno, nunca se había eliminado, pero recobró fuerza con ayuda de paramilitares que no se combaten. Ignorarlo no impedirá que la mortal bola de nieve ruede desaforada.

Así, con complacencia, prosigue la violenta represión policial y civil. Más y más casos terribles a diario, ya no solo bajo el sigilo de la oscuridad.

Aterra, como asusta este Presidente con una desaprobación del 84 % (que cobija a varios áulicos).

Pobre país.

Maullido: ojo, muertes por covid seguirán creciendo en segundo semestre

Ramiro Velásquez Gómez

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