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Columnistas | PUBLICADO EL 25 abril 2023

Pena ajena: la nueva emoción política

La decadencia de la política está a la vista de todos nosotros que observamos y poco hacemos o que nos resignamos a que llegue el absurdo a gobernarnos.

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Por Amalia Londoño - amalulduque@gmail.com

En House of Cards, la famosa serie de ficción sobre política estadounidense que nos mantuvo a muchos pegados al televisor durante varias temporadas, Frank Underwood, el protagonista, dijo una frase que todavía recuerdo y que era algo así como: “Si no puedes jugar con las grandes palabras, juega con las pequeñas”.

Recuerdo que en un diálogo de la serie, desarrollaba la idea diciendo que un mensaje profundo y significativo no podría manipular: entonces sugería usar mensajes triviales, pequeños, cotidianos y provocadores para poder influir en la opinión pública.

He empezado a creer que la única fuente de los políticos que se hacen llamar Independientes a la hora de construir sus planes de gobierno y sus campañas, son las series de Netflix, pues lo único que he visto hasta ahora es una cantidad de basura donde además de trivializar cualquier mensaje, se ridiculizan a ellos mismos sin el más mínimo asomo de vergüenza.

En Fractura, una novela del escritor argentino Andrés Neuman, la historia gira en torno a un publicista llamado Guillermo que trabaja para Carlos Malamud, un candidato presidencial en España. En algún momento de la trama el narrador asegura que “Guillermo había convertido la campaña de Carlos Malamud en una realidad inventada por el mismo” y señalaba que “la publicidad no era solo una herramienta, sino una forma de controlar a la gente para alterar su percepción de la realidad”.

Algo muy similar pasa en Antioquia hoy y para hacerles un recuento de lo que he visto, tengo que advertir que antes de sentir admiración o curiosidad, el sentimiento permanente ha sido la pena ajena, esa especie de “dolor moral que sentimos cuando alguien se comporta de manera ridícula o humillante”, como diría Arturo Pérez Reverte.

Empiezo por aspirantes a la gobernación de Antioquia. El que quiere aspirar a la administración del departamento y comparte partido con el alcalde de Medellín, ha hecho un recorrido turístico en el que ha grabado videos sumergido en el lodo del volcán de arboletes o recostado en sus cobijas cantando un reguetón. Usa la música que está en tendencia para aparecer más y posa de galán bailando, sin camisa o en un cafetal con sombrero vueltiao. Como dice la generación de TikTok: ¡Todo mal!

En Medellín, de los más de 18 precandidatos que tenemos, resaltan algunos por su incompetencia, que afortunadamente ellos mismos se han encargado de mostrar en entrevistas a medios. El otro candidato de Independientes a la alcaldía parece no haber encontrado mejor estrategia que autoabrirse una cuenta de “Fans” en la que parece más un protagonista de novela, que un político.

Y lo que es peor, algunos políticos decentes terminan por unirse al ridículo creyendo que esa es la única manera.

La última con novedades fue una ex funcionaria de la actual administración, que como “estrategia” de campaña empapeló todo Provenza con mensajes en contra de lo que ella cree que es gentrificación. Hubo fotos, videos, tweets, comentarios y esta columna que la menciona seguramente también aporta a su objetivo de llamar la atención, que es, en definitiva, el único propósito de los políticos de su estilo.

“Si les dices que pensar, los pierdes; si les dices qué sentir son tuyos”, decía un personaje de la serie política La voz más alta, que se emite en Prime. Ahí están, las fuentes y el objetivo.

La decadencia de la política a la vista de todos nosotros que observamos y poco hacemos o que terminamos resignados a que llegue el absurdo a gobernarnos.

Sería bueno que sigamos compartiendo las referencias para que las vistas de sus videos sean, ojalá, inversamente proporcionales a los votos que obtengan en las próximas elecciones.

Amalia Londoño Duque

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