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Para el día en que Renae Smith se graduó del colegio, ya había probado diez drogas psiquiátricas. Su primera pepa llegó ocho años antes, cuando estaba en cuarto de primaria y fue diagnosticada con un trastorno de déficit de atención e hiperactividad (Tdah). A partir de entonces, le agregarían a la lista otras pastillas, incluyendo las que necesitaba para lidiar con los efectos secundarios.
La historia fue publicada por el New York Times (“This Teen Was Prescribed 10 Psychiatric Drugs. She’s Not Alone”) como un campanazo de alerta ante el aumento de sustancias recetadas para la depresión y ansiedad en jóvenes y niños en los Estados Unidos. En el mismo artículo señalaron que los antidepresivos para los jóvenes aumentaron en un 38 % entre 2015 y 2019, mientras que en un 12 % lo hicieron aquellos para los adultos.
¿Estamos tan lejos en Colombia de compartir un panorama similar? El 26 % de los adolescentes, entre los 14 y 19 años, tomaban antidepresivos, según la cifra publicada por el grupo de investigación de Audifarma en 2018. En más del 70 % de los casos, estas órdenes fueron dadas por un médico general, no por un psiquiatra o un pediatra.
La prescripción de droga psiquiátrica es una de las controversias más vigentes en el mundo occidental. Mucho más cuando se trata de adolescentes que lidian con las dudas sobre su identidad. Ser una persona que toma medicamentos hará parte de la respuesta a esa incertidumbre o bien porque se consideren enfermos o porque serán incapaces de saber cómo podrán enfrentar sus emociones sin ser medicados.
Lo que uno se pregunta es si todos estos chicos estarán teniendo diagnósticos precisos de depresión o si la droga es una forma de evadir y silenciar a quienes cruzan por uno de los momentos más sensibles de la vida. Una vez más, el clamor urgente por encontrar un nuevo enfoque para la salud mental.
El biólogo, botánico y médico Andrew Weil, director y fundador del Centro de Medicina Integrativa de Arizona, recoge en su libro Felicidad espontánea la evidencia que respalda una especie de camino alternativo ante la depresión leve o moderada antes de llegar a la medicación. Descartar enfermedades de base, una dieta poblada de alimentos antinflamatorios, suplementos, baños de sol, ejercicio moderado, movimiento y buena postura, recuperar los sueños, probar el uso de algunas plantas, los masajes, la jardinería o la respiración consciente hacen parte del régimen que propone este octogenario después de una vida consagrada a la pregunta por una medicina orientada a una curación que tenga en cuenta a la persona en su totalidad: cuerpo, mente y espíritu. ¿Con cuántos de estos jóvenes habrán intentado estas opciones antes de nublarlos con medicamentos? ¿Que el camino alterno que propone Weil sea gratis y necesite paciencia será la barrera para intentarlo?
Posdata: Andrew Weil pasó un tiempo en Colombia aprendiendo de los sistemas de curación de los pueblos indígenas y sus plantas medicinales