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Noticia del silencio

En un silencio que les sabe a ternura, como en el poema de José Pedroni, los bebés crecen en el buche de mamá. Es el único hotel de todas las estrellas gratuito.

20 de marzo de 2025
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  • Noticia del silencio

Por Óscar Domínguez Giraldo - oscardominguezg@outlook.com

El silencio dormía plácidamente la siesta eterna hasta que estalló su antípoda, el Big Bang. El silencio quedó de otorrino, pero como estos profesionales no se habían inventado, le tocó aguantar a palo seco el dolor de oído.

Hubo que esperar hasta el 24 de marzo de la década del noventa para que en Bali, Indonesia, empezaran a celebrar el Día del Silencio. Ese día nadie mueve una hoja. Todo mundo se queda en casita. Los turistas entran en clausura. En otros países lo celebran en fechas diferentes. Lo importante es hacer ruido en su honor.

Casualidad, azar, lo que sea, pasado mañana 22 de marzo, cumplía años el fallecido mimo francés Marcel Marceau. Cuando estuvo en Bogotá por última vez, algo empeñamos para verlo desde la aristocracia de gallinero en el teatro Colón, de Bogotá.

Dijo Marceau: “El silencio es algo que existe en el interior de uno mismo. Para mí el silencio es una música interior. Es necesario para encontrarse a sí mismo y para encontrar la paz”. Su ídolo era otro mimo: Chaplin. Cuando se encontraron por vientiúnica vez en París, Marceu besó las manos de Carlitos en señal de agradecimiento por su arte. Chaplin lloró con el gesto. En esa irrepetible velada ambos imitaron a Charlot. Entre los dos moldeaban el silencio como si fuera de barro.

Gandhi guardaba silencio los lunes. “... esas veinticuatro horas se han convertido en una vital necesidad espiritual. Un decreto periódico de silencio no es una tortura, es una bendición”, decía desde su taparrabos.

Conozco tres fábricas de silencio: el convento de los agustinos recoletos, en Ráquira, Boyacá, y los monasterios de los benedictinos en Guatapé, Antioquia, y en El Rosal, Cundinamarca. Allí invitan a regalarse y a regalar silencio. Preparan una deliciosa dieta a base de viento y teológico silencio. “Hay tiempo de callar y de hablar”, se lee en el Eclesiastés.

En los eclipses como el que acaba de pasar, y en los ojos de los ciegos, hay silencio de luz. El ajedrez es la religión del silencio. En un silencio que les sabe a ternura, como en el poema de José Pedroni, los bebés crecen en el buche de mamá. Es el único hotel de todas las estrellas gratuito.

“Qué descansada vida la del que huye del mundanal rüido”, escribió fray Luis de Granada, no sé si antes o después del famoso “Decíamos ayer”. Miguel Antonio Caro amaba la patria en su “silencio mudo”.

El sacrificado procurador Carlos Mauro Hoyos dijo una vez en plenaria del senado que en Colombia la solidaridad dura menos que un minuto de silencio. Esa desgarradora frase me llevó a esta cita de Atahualpa Yupanqui: “Dios por aquí no pasó”.

Decir que fulano de tal murió se convirtió en lugar común. Mejor copiarse del filósofo Fernando González y decir que “lo recogió el silencio”.

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