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Por Natalia González Santa* - Comunicaciones.wic@womeninconnection.co

Empresas eficientes,

personas exhaustas

hace 4 horas
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  • Empresas eficientes, personas exhaustas
  • Empresas eficientes, personas exhaustas

Por Natalia González Santa* - Comunicaciones.wic@womeninconnection.co

Hace poco asistí a un espacio extraordinario que reúne a líderes de gestión humana y expertos en el futuro del trabajo. Más que tendencias tecnológicas —pertinentes y necesarias— hubo una idea que me atravesó profundamente: el principal riesgo para las organizaciones hoy no es la falta de innovación ni la implementación de IA; es el talento exhausto.

En un mundo que se mueve a una velocidad casi absurda, hemos normalizado el agotamiento como estándar operativo. Agendas saturadas, reuniones sin propósito y culturas que confunden “compromiso” con “estar disponible 24/7”. Sin embargo, la evidencia es clara: un talento fatigado no rinde, no crea y no permanece.

Y ahí está el punto.

La conversación sobre el futuro del trabajo no debería comenzar con la inteligencia artificial, sino con la inteligencia humana: nuestra capacidad de cuidar, priorizar y liderar de manera más consciente.

Durante el encuentro se repitió algo que todos reconocemos en el día a día: el tiempo ya no alcanza y la atención está cada vez más fragmentada. En ese contexto, el desafío no es sumar más iniciativas, sino recuperar el foco. Decidir qué no vamos a hacer se ha convertido en uno de los actos más potentes de liderazgo. Paradójicamente, cuando el equipo puede respirar, la estrategia avanza con mayor claridad.

Muchas organizaciones han avanzado en construir manuales impecables, políticas sólidas y presentaciones de cultura dignas de aplauso. Pero la reputación —la real, la que sostiene al talento y atrae al mejor— no se construye desde el discurso, sino desde la coherencia. Desde la transparencia, las métricas y los datos que demuestran que lo que se promete realmente ocurre. Hoy, más que nunca, las personas esperan evidencia, no slogans. Hechos, no intenciones. Cuidar la diversidad, hablar de salud mental, corresponsabilidad, modelos de familia, sesgos y participación de hombres y mujeres ya no es una agenda de un día; es una metodología concreta para atraer y retener talento. La inclusión no es un programa. Es una forma de operar.

Este desafío se vuelve aún más relevante en un contexto nacional marcado por la polarización y la incertidumbre. Las empresas ocupan un rol fundamental: se han convertido en una de las instituciones que mayor confianza generan. Pero esa confianza no es automática ni permanente; se construye todos los días, con conversaciones difíciles, con cuidado mutuo y con decisiones valientes.

Las organizaciones que optan por el silencio para no generar polémica pierden terreno. En cambio, aquellas que se atreven a escuchar, a reconocer sus brechas y a abrir espacios de diálogo construyen un activo cada vez más escaso y valioso: pertenencia.

Al finalizar el evento me quedó dando vueltas una pregunta que, aunque incómoda, resulta inevitable: ¿Estamos usando nuestro liderazgo para cuidar el talento o simplemente para administrar su desgaste? Porque el futuro no está asegurado para las empresas más grandes ni las más tecnológicas, sino aquellas que entiendan que la verdadera ventaja competitiva está en crear entornos donde las personas puedan dar lo mejor de sí sin dejarse la vida en el intento.

*Gerente General Women in Connection

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Por Natalia González Santa* - Comunicaciones.wic@womeninconnection.co

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