Pico y Placa Medellín
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Por José Guillermo Ángel R. - memoanjel5@gmail.com
Estación Berenjenal, a la que llegaron profetas incumplidos (malabaristas), políticos que dijeron una cosa y la realidad les respondió con otra, dictadores que parecieron bolos a los que la bola los rozó y no pudo tumbarlos, economistas que hicieron cálculos y resultaron admitiendo que así no era (la economía es una femme fatal, se dijo), barcos y submarinos que parecieron más ballenas y orcas y cada tanto se tragaron algo, misiles y drones que espantaron a los pájaros y acabaron haciendo volar edificaciones y gente, fotos y papeles raros metiéndose en las intimidades de pecados viejos, redes e influenciadores que bailaron mal gritando pisones que no sintieron, mentiras que hicieron nido y al fin las borró la agenda informática (gran lavadora de memoria), inmigrantes que fueron metidos en la licuadora del se van o se esconden, legalistas que torearon la justicia, premios Nobel con show incluido (el de la paz, por ejemplo), ansiosos a la defensiva explotando por cualquier lado, hombres y mujeres perdidos y preguntando por dónde se devuelven. En fin, el 2025 fue un año de confusiones, sustos, atropellos, delirios, invenciones de excusas y terapias propagandísticas para tratar el arrepentimiento, la equivocación y los desmanes. Y bueno, ya pasó, aunque falta la colita.
Los berenjenales son lugares por los que todo el que pasa se enreda, así sea y la berenjena sea legumbre que, si se prepara bien (depende de la culinaria), da buenos platos. Pero para el 2025, la berenjena supo amarga y los enredados muchos, cada uno saliendo de ahí como un animal salido de un pantano, los ojos muy abiertos y dando explicaciones confusas. Y es que se cayó en toda clase de contradicciones, decisiones desacertadas, palabras a las que les faltaron letras y muchas amenazas para tratar de cubrir situaciones comprometedoras. Y en este punto, el de tapar lo hecho (como los gatos cuando defecan), el berenjenal fue cruzado por la noche, que es cuando menos se ve y el enredarse aumenta.
En los últimos años, que desde la pandemia han parecido uno (los resultados se parecen y se crecen), lo delirante ha campeado libre. Se dice algo, se devuelve, las fake news se crían sin escrúpulos y más que razón o pensamiento ordenado solo se da lo emocional, el acoso, la estrategia que trata de coger el problema por otro lado y la consecuencia penosa que intenta convertir los errores en la búsqueda de culpables que, para señalar, van de enanos a gigantes acromegálicos (parecidos a Goliat), de flacos a gordos, de dólares con párkinson a los brics. Y bueno, resistimos. Esta palabra la van a usar mucho los historiadores.
Acotación: el desear un buen año próximo ya no funciona. Lo que hay que hacer es construir un año ordenado, limpio de tanta mugre acumulada, con objetivos claros y brújulas en buen estado. Y ser capaces.