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Columnistas | PUBLICADO EL 08 marzo 2021

Mujer, líder y protectora

Por Juan José García Posadajuanjogp@une.net.co

Se tiende a rebajarle peso ético a la Belleza, fuente esencial de valores con la Bondad y la Verdad. La disparatada insistencia en una equidad de género artificiosa y politizada hace de la reivindicación justa de los derechos y deberes de la mujer una guerra inútil y alienta el atrincheramiento de invenciones extremistas que desvirtúan una causa primordial para cualquier sociedad. La paradoja absurda consiste en que a la mujer le está prohibido sobresalir, asumir su liderazgo protector y hacer valer sus méritos y capacidades, porque encuentra en gran parte de sus congéneres una milicia de enemigas encarnizadas.

Repaso las noticias recientes sobre los riesgos de la presencia femenina en la acción política, la administración pública y el ejercicio de funciones básicas en la ciudad, las regiones y el país. Mujer que pretenda destacarse, ocupar destinos reservados al hombre, ganar notoriedad en el relato de la actualidad por los medios de comunicación, se expone, sin falta, a los ataques de una jauría enfurecida impulsada por mujeres que usurpan liderazgo y poder. Las gavillas advenedizas de aplicadoras de sanciones sociales apresuradas e ilegítimas, los pelotones de cotorras mediáticas peleadas con la Verdad, participan de la culpa de frenar la justipreciación de la mujer, y se suman al arcaísmo de las normas, al peso institucional que se resiste a reconocerle derechos y asignarle deberes y, en general, a una envidia y una mala fe enquistadas en las tradiciones nacionales.

Un Día de la Mujer, como hoy lunes, no tiene sentido, mientras sigan siendo tantas mujeres las peores enemigas de las que merecen estar en la vanguardia, como líderes, orientadoras, generadoras de iniciativas progresistas, administradoras pulcras de la cosa pública y protectoras de la polis. Un Día en esas condiciones resulta apenas una celebración postiza, falsificada por todas las actuaciones solapadas y farisaicas envueltas en una retórica insustancial, mentirosa y deleznable.

Es probable que en esta jornada cambien al menos por una fecha el libreto habitual las gavillas de administradoras de justicia paralela y los pelotones radiotelevisuales de cotorras mediáticas, detractoras inveteradas y enconadas de todo aquello que se parezca a una mujer. Hoy les toca maquillar el discurso y aparentar que son defensoras radicales de la presencia femenina en la dirección del país que han ayudado a retrasar con su mezquindad, su cicatería y su miopía moral e intelectual.

Por mi parte no puedo dejar de reconocer que en mis roles familiares y profesionales me he sentido siempre muy a gusto de trabajar con mujeres, incluso de convertir sus deseos en órdenes, confiado en su integridad y su sapiencia, sin perder ni un gramo de personalidad y carácter y seguro, como dice la canción, de que a las mujeres “no queda más remedio que adorarlas” .

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