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Ser íntegro es un acelerador de la confianza. Como recuerda Josep Maria Coll, el liderazgo auténtico es quien integra todas sus dimensiones para servir al bien común.
Por María Luisa Zapata Trujillo - JuntasSomosMasMed@gmail.com
¿Cuántas veces has sentido que para entrar a un lugar, debes dejar parte de ti en la puerta? Los cambios muchas veces nos invitan a ponernos letreros y titulares para definir nuestro mundo. El desapego no significa renunciar, sino reconocerse libre para vivir con autenticidad en todo y en todo lugar; reflexión que me despertó una voz valiosa del experto en liderazgo sistémico y que se encuentra por estos días en Medellín, autor de varios libros como Zen of Business, y El Monje y el activista.
Un gran consuelo ha sido el de reencontrarme con seres humanos como él, que han honrado su camino, diverso, gente que une humor con rigor, y logra impacto desde la sencillez. Una conversación reciente con Josep me despertó esta reflexión y me brindó esa renovada sensación de bienestar. No tenemos que dejar nada de nosotros mismos para caber en ningún lugar. Somos personas integradas por muchas experiencias y pasiones y en la medida que honremos lo que somos y sabemos, podremos vivir con más autenticidad los espacios que ocupamos.
Tenemos además la responsabilidad de ser auténticos, incluso en la ansiedad y en la angustia. Ahí es cuando debemos recurrir a herramientas que hemos adquirido para calmarnos y actuar de manera regenerativa, creando un entorno que nos regule y nos permita conectarnos con los otros desde una sana vulnerabilidad. Como líderes no podemos ser lineales sino entender que todo lo que somos y vivimos es un fragmento que nos aporta belleza y sentido a nosotros mismos y a los demás.
Si tenemos la oportunidad de aportar a la vida, a la gente que nos rodea desde diferentes territorios, entonces apropiémonos de esas dimensiones que nos habitan para conectar con otros. Vivir con autenticidad, reconociendo lo que cada uno trae a la mesa, es una invitación linda para que no nos perdamos de nada y de nadie en la vida, poder trazarse en la vida desde las conexiones del otro, estableciendo territorios seguros de confianza, construidos desde el cuidado, el autoconocimiento y la verdadera conexión, como nos sugiere también el psicólogo Efrén Martínez.
Hoy, para abordar entornos complejos y contribuir de manera plena, se vuelve enriquecedor ser lo que somos en su totalidad, no desechemos lo que somos ni lo que nos apasiona. No sintamos que tener que apagar nuestros fuegos interiores para poder caber en algún lugar, solo por pensar que hay disciplinas, pasiones o intereses que no se acomodan a un solo lugar.
La reflexión que hace Josep Maria Coll, Autor del libro “El monje y el activista” me hace pensar que podemos ser bellos desde varias ópticas, como un caleidoscopio que nos permite construir relaciones donde la identidad propia, la confianza y la integralidad se vuelven una hermosa herramienta para abrir caminos únicos.
Ser íntegro es un acelerador de la confianza. Que gran regalo que hoy la autenticidad nos permita liderar desde esa receta única que somos. Como recuerda Josep Maria Coll, el liderazgo auténtico es quien integra todas sus dimensiones para servir al bien común.