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El país que empieza en mi casa

12 de junio de 2025
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  • El país que empieza en mi casa
  • El país que empieza en mi casa

Por María Luisa Zapata Trujillo - JuntasSomosMasMed@gmail.com

Esta semana, otra tragedia nos volvió a unir. La indignación colectiva que nos habita nos demuestra que, a pesar de las diferencias que tenemos, todavía hay cosas que nos duelen juntos. Hemos pasado por tantas violencias, por tantos cambios y tantos desafíos, que es en la tristeza que nos damos cuenta del vacío y lo grandes que se han convertido nuestras grietas. ¿Por qué será que solo nos reconocemos como país, cuando algo terrible pasa?

Estamos cansados de estar cansados, sentimos llamados claros en lo que debemos cambiar, pero no podemos quedarnos quietos esperando que el tejido social que necesitamos restaurar, que la tolerancia y la construcción desde la diferencia, aparezcan por arte de magia. Será un camino que tenemos que recorrer todos los colombianos.

Es momento de tomar esa indignación colectiva, pero asumir una responsabilidad individual y un poder de agencia para generar los cambios. Serán nuestras acciones pequeñas y cotidianas, las que nos permitan hacer realidad el país que queremos habitar. Desde mi cuadra, desde mi trabajo, desde mi casa, cual es el país que construyo cada día. ¿Qué país nace cada vez que decidimos saludar o ignorar a un vecino? ¿Cada vez que compartimos miradas juzgadoras o un odio que se disfraza en un chiste? ¿Qué emociones alimento con los míos? ¿Cómo trato a aquellos con quienes convivo o me cruzo en el día a día? ¿Me hago cargo o dejo pasar pequeñas fallas y molestias insignificantes solo esperando que otro las resuelva?

Es cierto, hoy confiar es casi un acto de esperanza, es más fácil pasar de la tristeza a la rabia, pero debemos ser capaces de pasar de esta emoción a la responsabilidad de actuar de manera correcta. ¿Estamos construyendo? ¿Estamos aportando? ¿Nuestras conversaciones alimentan que emociones y que sensaciones en los demás? ¿Como podemos crear entornos en donde nos permitamos sentir miedo, y utilizar la vulnerabilidad como terreno fértil para las soluciones colectivas? Y, sobre todo, ¿cómo nos ocupamos de guardar esta coherencia cuando quien tengo a mi lado es un completo desconocido o una persona con quien estoy en desacuerdo?

Nos haría bien, trabajar por invitar el disentimiento a nuestros espacios, por ser capaces de debatir entre nosotros, comprendernos desde las diferencias que nos integran y que nos hacen una verdadera colcha de retazos donde todos podemos aportar y crear belleza. Los valores que los estándares de valores y elementos comunes como país deben ser replanteados, expresados en cada uno de nosotros. Una jefe amiga me compartió una frase muy valiosa que llevo siempre conmigo: no se te olvide que siempre nos relacionamos con los miedos de las personas, y quizás es momento de reconocer que a todos hoy nos habita el miedo, pero es desde ahí desde donde debemos reconstruirnos, no necesitamos un milagro sino la voluntad de hacer cada uno lo propio, es hora de construir caminos nobles que empiecen en casa.

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