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La máquina del fango

hace 8 horas
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  • La máquina del fango
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Por María Bibiana Botero Carrera - @mariabbotero

Este es el nombre con el que se conoce la estrategia que utilizan partidos, algunos medios de comunicación, influenciadores y algoritmos entrenados para vertir a la opinión pública mentira tras mentira. Se trata de un mecanismo organizado y sistemático de difamación, manipulación mediática y destrucción de reputaciones, especialmente dirigido contra adversarios políticos, jueces, periodistas o figuras públicas que resultan incómodas para ciertos intereses del poder. Un método peligroso que trasciende la batalla por ganar en el espectro de las narrativas y puede derivar en violencia y persecución hacia el opositor.

Este concepto, popularizado por el magistrado italiano Roberto Scarpinato en el contexto de la lucha contra la mafia en Italia, se ha retomado en países como España, Argentina o México. Una forma más de cómo se socava la democracia desde adentro.

Contrario a lo que se pudiera pensar, la emisión constante de falsedades no tiene como objetivo esencial hacer que las personas las crean. Por el contrario, como lo señaló Hannah Arendt, una de las pensadoras más influyentes del Siglo XX, quienes arrojan a la discusión pública imprecisiones lo hacen para que ya nadie crea en nada.

Conseguir que la pupila y la atención estén permanentemente ocupadas para hacer indistinguible la verdad y, por tanto, se silencie la crítica. Entretener el ojo mientras, de manera simultánea, la mano ejecuta la estrategia oculta. La mayor falsedad es la brecha entre lo que se cuenta como historia hilando verdades a medias y los resultados de gobierno. Esa masa de falsedades ha convertido la narrativa en el único activo de muchos políticos, más que la capacidad misma de gobernar.

En Colombia viene ocurriendo. Mientras el país estaba concentrado en demostrar la inconstitucionalidad del llamado “Decretazo” para una Consulta Popular, y luego de la aprobación de la Reforma Laboral por parte del Congreso de la República, el presidente Gustavo Petro anunció su intención de convocar a una Asamblea Nacional Constituyente. “Por eso será entregada una papeleta para convocar la asamblea nacional constituyente en las próximas elecciones”, anotó. La Consulta era, en realidad, un telón que nos distrajo y ocultaba el verdadero objetivo del Gobierno.

El nuevo anuncio del presidente es, además, un imposible jurídico. De acuerdo con el artículo 39 de la Ley 134 del 94, que regula los mecanismos de participación ciudadana, “Cuando se trate de un referendo de carácter nacional, departamental, municipal o local, la votación no podrá coincidir con ningún otro acto electoral”. Tristemente, en esta máquina de fango lo que diga la ley no es relevante. El objetivo es confundir a la ciudadanía para que no distinga entre lo que es verdad y lo que es mentira.

Los colombianos estamos presenciando el más burdo desprecio por los hechos mientras, de manera simultánea, somos testigos de la creación de las más fantasiosas narrativas. No importa la verdad, lo importante es tener las mayorías. No importa qué dice la ley, si puedo interpretarla y manipularla a mi antojo.

Bien lo dijo el Profesor Mauricio Gaona: el año que viene será el más crítico para la historia republicana de Colombia desde su creación. Que no nos distraigan: defender la democracia y la Constitución como pacto social esencial es una tarea ciudadana urgente e irrenunciable. Frente a la máquina del fango, nuestra mejor defensa es la verdad, el juicio crítico y la memoria activa.

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