viernes
0 y 6
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De repente la hoja del hoy se ha quedado en blanco, o serán apenas unos ligeros esbozos los que se intuyen en esta superficie antes de iniciar el proceso de escritura de eso que llamamos mañana, me detengo a mirarla, ahí están, parecen garabatos dibujados sobre las paredes de esta cueva de papel, no enciendas el fuego, podrías hacer que arda este pequeño texto o si decides y prefieres, destrúyelo, ¡silencio! ¿No has sentido que esta situación que vivimos araña el presente y nos roba algo del futuro aunque aún no sepamos muy bien quién o cómo será?
Ves, ahí sigue esta hoja casi blanca, cada signo parece sumergirse en su oquedad, te atreverías a escribir sobre ella algo que anticipe ese sino que llamamos mañana, reescribir sobre esa idea será quizás hoy más que siempre resultado de una creación colectiva, pero quién o quiénes liderarán su escritura, para hacerlo será preciso diseñarla con esmero y pensar que en ese proyecto habitarán los sueños... me siento y la imagino, intuyo formas y colores, quiero recorrerla con audacia y rebeldía, de qué tamaño serán sus márgenes, justificaremos los textos a derecha como tantos populistas o a izquierda como otros tontos similares, a veces el centro resulta más ortodoxo y clásico y evita equivocarse ¿y el ancho de sus renglones?, los construiremos reticulados, ortogonales y ortodoxos como los trazados de las viejas ciudades españolas o amplios y libres como aquellos dibujos que emprendíamos de niños después del asueto cuando la profesora decía: dibujen en una hoja sus vacaciones, allí como en los sueños de futuro cabían en cascada de deseo vacas y globos, aviones y balones, ricos y pobres, tormentas y arco iris, pero el mundo no es así, aquello era solo la representación idealizada de un sueño del pasado.
Sigo buscando los signos tipográficos que construyan algún mañana sobre esta superficie, será que etiquetamos el futuro, a cualquiera que se aventure a hacerlo le faltarán evidencias, pero podemos intentarlo, qué tal pensar en belleza, libertad, empatía, coraje, honestidad, generosidad, ética, compasión, fraternidad, imaginación y decencia como la carta fundacional de este sueño.
¿Quién pondrá los puntos sobre cada una de las íes, los dejaremos escapar de nuevo?, cada letra es el susurro anticipado de una palabra por llegar, la semilla que es anhelo y ansia por ver la luz, y si estas letras hacen de esta página en blanco un contrato que de verdad garantice la soberanía del pueblo como dice la Constitución, uno que nos permita vivir en medio de oportunidades reales para los miles que solo sobreviven sacando un trapo rojo a sus ventanas o extendiendo la mano en el semáforo o rebuscando entre el día o la basura, uno en que el Estado invierta más en salud, educación y cultura que en armas para una guerra prolongada por algunos que prefieren la sangre a un abrazo, uno con un sistema financiero menos extractivo y rentista que beneficie menos a los que ostentan el monopolio de las relaciones públicas sobre la eficiencia. ¿Intentamos construir ese contrato? Apago la luz, trato de dormirme, es de día, en el próximo segundo es futuro.