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Es necesario plantear una gran reforma institucional que otorgue verdadero protagonismo a las sectores locales y ciudadanos, pues mientras no se actúe en este sentido, nada pasará, y como dicen los expertos, saldrá un Trudeau que será reemplazado por otro Trudeau.
Por Luis Fernando Álvarez Jaramillo - lfalvarezj@gmail.com
A título de pedagogía política, es importante hacer un paralelo entre lo que sucede con el Gobierno del Canadá y lo que viene sucediendo con el Gobierno de Colombia e incluso con otros gobiernos de América Latina.
En términos generales, Canadá tiene un gobierno parlamentario, históricamente dominado por los liberales y los conservadores. Desde hace casi una década asumió como primer ministro, el jefe del partido liberal, el Señor Justin Trudeau. Como es propio en el sistema parlamentario, el joven primer ministro ascendió al poder gracias al apoyo de su partido liberal y de otras corrientes políticas que se unieron para dar fuerza y realidad a un gobierno que se presentó como una real alternativa de poder, capaz de responder por las necesidades más apremiantes relacionadas con el comercio, la salud y la inmigración.
Sin embargo, con el paso de los años, las decisiones de gobierno de Trudeau comenzaron a tener efectos negativos en asuntos tan importantes como el manejo del libre comercio con Estados Unidos y las políticas migratorias, amen de otras decisiones que no fueron de buen recibo por parte de los habitantes. De manera paulatina, el primer ministro comenzó a perder popularidad y apoyo, su gobierno se fue debilitando, incluyendo la salida de personas claves del gabinete. La popularidad y credibilidad del primer ministro comenzó a ser cuestionada, incluso al interior de su propio partido, de manera que la pérdida del fervor popular y el riesgo, dentro del esquema parlamentario, de verse afectado por una posible moción de censura por parte del parlamento, ha llevado al primer ministro a plantear de manera seria y firme, la posibilidad de renunciar al gobierno, y dejar el espacio para que nuevos líderes de su partido o de afuera, puedan replantear nuevos liderazgos, necesarios para conformar un nuevo gobierno.
Los más ortodoxos contradictores de Trudeau, plantean que el problema de gobernabilidad que desde hace un tiempo afecta al régimen Canadiense, no se soluciona con una simple renuncia, mientras el sistema político no se modifique de manera que los gobernantes que ignoran el sentimiento mayoritario o desconocen los anhelos ciudadanos, no puedan retirarse cómodamente y pasar a un muelle retiro, sin responder por las equivocadas decisiones de gobierno, muchas de ellas adoptadas de mala fe, y mientras no se adopten medidas que permitan superar el rígido bipartidismo. Es necesario plantear una gran reforma institucional que otorgue verdadero protagonismo a los sectores locales y ciudadanos, pues mientras no se actúe en este sentido, nada pasará, y como dicen los expertos, saldrá un Trudeau que será reemplazado por otro Trudeau.
La gran advertencia para la sociedad colombiana, de lo que viene ocurriendo en Canadá, es que finalmente el sistema es la causa del desbalance. Si eso ocurre allá, con un modelo parlamentario, con un esquema de responsabilidad política más o menos claro, con un equilibrio de poderes entre ejecutivo y legislativo, que podemos esperar para modelos como el Colombiano, con un sistema presidencialista convertido en un absurdo presidencialismo.