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El mundo enfrenta dos conflictos devastadores: la guerra en Ucrania y la Franja de Gaza con implicaciones para la estabilidad global.
Por luis diego monsalve - @ldmonsalve
Cuando parecía que habíamos logrado superar como humanidad las guerras entre países, hoy la realidad nos muestra lo contrario. El mundo enfrenta actualmente dos conflictos persistentes y devastadores: la guerra en Ucrania y la crisis en la Franja de Gaza. Ambos conflictos, aunque distantes geográficamente, comparten la característica de parecer interminables, con profundas implicaciones para la estabilidad global.
Han pasado más de dos años desde que la invasión de Rusia a Ucrania conmocionó al mundo. Lo que inicialmente parecía una ofensiva rápida, se ha transformado en un conflicto prolongado y sangriento, con ciudades devastadas y miles de vidas perdidas. La persistencia de esta guerra plantea serias preguntas sobre el futuro de Europa y el orden global.
La comunidad internacional está profundamente dividida en su respuesta, como se pudo ver en la reunión de la semana pasada en Suiza. Los países del G7, junto con otras naciones occidentales, han mantenido su firme apoyo a Ucrania, brindándole ayuda militar, económica y humanitaria. Estados Unidos, el Reino Unido, Alemania y otros miembros de la OTAN han enviado armamento avanzado, entrenado a las fuerzas ucranianas y aplicado severas sanciones económicas contra Rusia.
En cambio, países como China e India han adoptado una postura más ambivalente. China ha evitado condenar explícitamente la invasión rusa, promoviendo en cambio el diálogo y las negociaciones de paz para lograr un cese al fuego. Su renuencia a sumarse a las sanciones occidentales o a condenar la invasión de Rusia ha sido vista por muchos como un apoyo tácito a Moscú. Por su parte, India ha buscado mantener una posición neutral, equilibrando sus relaciones tanto con Rusia como con Occidente, lo que le ha permitido seguir comprando energía rusa a precios reducidos.
En América Latina, los países más grandes también han mostrado posturas diversas. Brasil, bajo el liderazgo de Lula da Silva, ha buscado un papel mediador, llamando al diálogo y a la resolución pacífica del conflicto, al tiempo que mantiene relaciones tanto con Rusia como con los países occidentales. México ha expresado su condena a la invasión, alineándose en varios aspectos con la posición occidental, pero sin involucrarse directamente en sanciones o enviar ayuda militar. Argentina, con el nuevo gobierno de Milei, se ha alineado con el G7 y las potencias occidentales. Chile, a pesar de tener un gobierno de izquierda, ha condenado fuertemente la invasión llamando a Rusia, imperialista. Y Colombia? Bien, gracias: Hoy asisto, mañana no...
Paralelamente, la Franja de Gaza sigue siendo un foco de tensión en Oriente Medio. El salvaje ataque de Hamás contra Israel en octubre de 2023, que dejó cientos de muertos y heridos, desencadenó una agresiva respuesta israelí. El bloqueo, las restricciones económicas y los bombardeos israelíes han mantenido a Gaza en una situación de crisis humanitaria. A esto se suma la intervención de actores como Hezbolá en el sur de El Líbano que ha intensificado sus ataques con misiles contra el norte de Israel.
La comunidad internacional ha intentado mediar en varias ocasiones, pero las soluciones a largo plazo siguen siendo difíciles de alcanzar. La falta de una fuerte unidad palestina y la postura intransigente del gobierno de Netanyahu, apoyado por los partidos más ortodoxos, dificultan cualquier avance significativo hacia la solución definitiva de dos estados que convivan pacíficamente.
Ambos conflictos, en Ucrania y Gaza, ponen de relieve la dificultad de alcanzar la paz en un mundo lleno de intereses contrapuestos y rivalidades históricas. La diplomacia y el diálogo siguen siendo herramientas esenciales, pero su eficacia depende de la voluntad de las partes implicadas y del apoyo constante de la comunidad internacional.