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Madrugar no te hace mejor

Me da pesar de esos niños dormidos camino al colegio, dándose tumbos en la cabeza contra la ventana, babeando el vidrio, tratando de dormir los minutos que le faltaron al cerebro para poder renovarse de forma adecuada.

04 de junio de 2025
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  • Madrugar no te hace mejor

Por Dany Alejandro Hoyos Sucerquia - @AlegandroHoyos

Con el riesgo de ganarme la enemistad de los miembros del club de las cinco de la mañana, declaro que madrugar está sobre valorado y es el causante de muchos males. Una persona tiene que estar muy necesitada para salir en medio de un aguacero y afrontar la inclemencia del mundo en lugar de quedarse arrunchadito entre las cobijas.

Haciendo un somero análisis sociológico de las razones de este comportamiento, tengo una hipótesis que combina dos factores: la religión y los refranes. “Al que madruga Dios le ayuda”. Ese dicho nos ha hecho daño puesto que es una mentira. Según los teólogos, Dios nos quiere a todos por igual. Por lo tanto, no le queda bien beneficiar a algunos por el solo hecho de haber madrugado. Si fuera así, los porteros, las señoras de los tintos y los coteros de la plaza de mercado serían las personas con mejor suerte, y ya conocemos sus condiciones laborales.

Además, desde una perspectiva práctica, madrugar afecta la educación. En países desarrollados los colegios abren a las nueve de la mañana. Los alumnos llegan frescos, con las neuronas renovadas dispuestas a hacer sinapsis. Sin embargo, acá nos criaron con la canción Arriba Juan, arriba Juan, hay que ir a la escuela... Por eso, al pobre le tocó inventarse que le dolía una muela. Me da pesar de esos niños dormidos camino al colegio, dándose tumbos en la cabeza contra la ventana, babeando el vidrio tratando de dormir los minutos que le faltaron al cerebro para poder renovarse de forma adecuada. Con razón nos rajamos en las Pruebas Saber.

Solo concibo dos razones para madrugar voluntariamente. Para contemplar los sentidos: escuchar los pájaros, ver el sol salir entre las nubes, degustar la aurora tomando cafecito y para ver un partido de Fútbol o Tenis. La otra razón sería por amor. A excepción del amor al trabajo que eso es ambición.

Madrugadores, trabajar desde más temprano no los hará mejores. Dejen de tratar a los demás de vagos, perezosos y poco productivos. Eso es envidia. Observen el brillo diáfano en los ojos de alguien cuando afirma: “Mañana NO tengo que madrugar”. Así mismo, pongan atención en las pupilas tristes de quienes dicen: “Mañana madrugo”. Se nota ese dolor escondido, esa resignación de saber que lo hacen porque no tienen otra alternativa. Creo que quienes madrugan a montar en bicicleta están pagando alguna pena o tramitando algún dolor en silencio.

En mi caso tengo dos objetivos: hacer feliz a la gente y que algún día no tenga que madrugar por obligación. La verdadera riqueza se mide en la necesidad de madrugar. Si tienes mucha plata en el banco y aun así necesitas levantarte temprano, déjame decirte: eres pobre.

Celebré cuando Maluma publicó que “madrugaba” a las nueve de la mañana. Soy seguidor de Wilde, Kafka, Dickens y Twain a quienes no les gustaba madrugar. En cambio, Marco Aurelio, los estoicos actuales madrugan orgullosos, claro, les encanta el poder. Yo prefiero el poder dormir.

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