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La urgencia de China por diversificar sus fuentes de energía es una respuesta a la demanda interna, una estrategia de influencia global. Ha entendido que la transición a energías limpias es inevitable, también un camino hacia la predominancia económica.
Por Luis Diego Monsalve - @ldmonsalve
Hace poco más de dos años, dejé mi cargo como embajador de Colombia en China, una experiencia que marcó profundamente mi perspectiva sobre las relaciones internacionales, el comercio y la cultura. Volver en semanas recientes al país asiático, esta vez como parte de una misión organizada por la Cámara de Comercio de Medellín, me ofreció una nueva ventana a una potencia en constante transformación, ahora con un enfoque claro en las nuevas energías.
Este es un campo donde China ha avanzado a pasos agigantados. Mientras que desde hace varios años el país lidera la producción de paneles solares y vehículos eléctricos, ahora es innegable que ha consolidado su dominio en la cadena de suministro global de tecnologías limpias.
Visitamos fábricas en varias ciudades, donde la innovación parece no tener límites. La capacidad de producción es impresionante, pero lo más notable es la velocidad con la que adoptan y mejoran nuevas tecnologías. Uno de los puntos más destacados del viaje fue nuestra participación en una feria especializada en Guangzhou, enfocada en energía solar, almacenamiento y tecnologías de hidrógeno.
La feria no solo exhibió los últimos avances tecnológicos, sino que también evidenció el compromiso de China con la diversificación energética. En cada pabellón, se podía sentir la urgencia de posicionarse como líderes indiscutibles en este nuevo paradigma energético. La atención al detalle en la fabricación de componentes para almacenamiento de energía y la creciente importancia del hidrógeno como combustible alternativo, entre otros, fueron temas recurrentes en nuestras conversaciones.
La urgencia de China por diversificar sus fuentes de energía no es solo una respuesta a la demanda interna, sino también una estrategia de influencia global. El país ha entendido que la transición hacia energías limpias es no solo inevitable, sino también un camino hacia la predominancia económica en un mundo que busca desesperadamente alternativas sostenibles. Sin embargo, esta carrera frenética no está exenta de desafíos.
Uno de los aspectos que más me llamó la atención fue la complejidad de equilibrar el rápido crecimiento con la sostenibilidad a largo plazo. Aunque los proyectos de energías renovables avanzan a gran velocidad, aún persisten retos significativos, como la gestión de residuos tecnológicos y la necesidad de infraestructura para apoyar esta transición. Además, el impacto ambiental de la producción masiva sigue siendo un tema sensible, que China deberá abordar con la misma determinación con la que ha liderado otros campos.
Este viaje también me permitió reflexionar sobre las oportunidades para Colombia en este nuevo panorama energético global. Nuestro país, con su vasta riqueza en recursos naturales y su posición estratégica, tiene el potencial de convertirse en un actor clave en la cadena de suministro de energías limpias.
Sin embargo, para aprovechar estas oportunidades, necesitamos una visión clara y una estrategia a largo plazo que fomente la inversión en este campo. El país desde hace algunos años viene promoviendo nuevos proyectos de generación con este tipo de energías, pero a pesar del discurso del gobierno, muchos de ellos están parados o con dificultades por temas regulatorios y ambientales, entre otros.
Tema aparte, para ser desarrollado en una futura columna, es la situación económica general en China. Tuve la oportunidad de conversar con empresarios locales y extranjeros con larga experiencia en ese país y hay preocupación porque se siente un estancamiento producto de la crisis inmobiliaria, de la situación demográfica y del temor de las clases medias en consumir, lo cual está afectando el comercio.
Además, hay incertidumbre ante el aumento de disputas comerciales con Estados Unidos y Europa. Son algunos de los principales retos que tiene el gobierno chino para las próximas décadas.