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Columnistas | PUBLICADO EL 20 abril 2020

LO VIRTUAL YA SE INSTALÓ EN LO REAL

Por juan josé garcía posadajuanjogp@une.net.co

Ya no tiene sentido hablar de realidad virtual. En definitiva se borró la línea divisoria entre esas dos esferas de la cultura, la real y la virtual, que parecían antagónicas. La emergencia por el virus innombrable, en particular en la educación, aceleró la consolidación en las relaciones comunicativas de esa faceta de la Cuarta Revolución Industrial. Hay quienes todavía se resisten. Hace veinte y más años, cuando se me ocurrió proponer y estructurar desde la Facultad de Comunicación de la UPB los primeros programas de pregrado y posgrado del país en periodismo digital, uno que otro colega me llamaron “el profesor chiflado”, porque los contradije si calificaban la internet como una actividad marginal, apendicular. Eran años en que los periodistas en línea estaban separados de la Redacción y las publicaciones en la red apenas tenían un sello experimental incierto.

Desde hace apenas un mes largo, es imposible dictar una clase presencial. Nos valemos de plataformas diferentes, que escogemos a la carta, para adelantar los cursos que iniciamos en enero. Claro que sentimos con los alumnos algo de nostalgia por el amable campus universitario, los salones y el encuentro directo con colegas y amigos en las cafeterías. Hay materias, talleres muy prácticos, que resulta difícil agrupar en la virtualidad. En mi caso, Ética Profesional y Periodismo Argumentativo han discurrido sin tropiezos, así como en las numerosas cohortes de los posgrados en que me ha tocado dictar Ética en la Red. No desaparece el profesor, no se efectúan cambios traumáticos en objetivos y contenidos. La metodología altera poquísimo la centenaria relación de profesor y alumnos y, a veces, de maestro y discípulo. Se ha expandido el microcosmos académico. La hipertextualidad, la posibilidad de navegar por un mundo sin fronteras, el menú deslumbrante de fuentes de consulta, toda esa tecnología en continua renovación (en la que son imprescindibles la radio y la televisión educativas) les dan la razón a los que pronosticaban hace tiempos la invención de la escuela extramural.

Celebro este salto súbito, forzado por las duras circunstancias, que han dado las universidades y en general el sistema educativo. Por supuesto que irán adoptándose ajustes, acondicionamientos técnicos, en cuestión de aplicación de recursos, evaluaciones y disposición de contenidos. El asunto seguirá discutiéndose. Nadie ha dicho la última palabra. Estrategas y planificadores académicos y directores de gestión humana ojalá reorganicen con equidad y eficiencia las relaciones laborales después del remezón. No sólo la guerra es partera de la historia. También, la calamidad pública, esta amenaza mundial del virus innombrable, sin la cual los universitarios pasaríamos o pasarían decenios aferrados a la deliberación teórica estéril sobre si conviene la virtualidad. Olvidemos la palabra virtual. Ya es consustancial a lo real. Es una dimensión de la realidad.

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