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Estos dos ejemplos de frivolidad y engaño, si bien castigados, han generado un daño que aún no se puede medir. Rota la confianza, una vez más, solo quedará el remiendo.
Por Lina María Múnera Gutiérrez - muneralina66@gmail.com
Ni estamos perdiendo la inocencia ni nos están contando noticias sorprendentes, porque historias semejantes se han conocido en distintos tiempos y lugares. Sin embargo, los últimos escándalos que se han destapado de personajes provenientes del mundo de la moda que supuestamente se dedicaban a obras benéficas cuando en realidad nutrían sus costosos estilos de vida hacen un daño incalculable.
La última que acaba de quedar expuesta es la famosa supermodelo Naomi Campbell a quien la acaban de inhabilitar durante cinco años como gestora de cualquier organización benéfica debido a los malos manejos de su propia ONG. Fashion For Relief, la fundación creada por Naomi en 2005 con el fin de recaudar fondos para diversas causas medioambientales y humanitarias, dedicó apenas el 8,5% de lo obtenido en eventos de moda protagonizados por ella y otras celebridades a las causas que decía defender y ayudar.
Según una investigación de la Charity Commission del Reino Unido, que es el organismo regulador de las instituciones caritativas en ese país, durante los diez años que dirigió esa fundación la modelo se dedicó a malversar sus fondos. Así por ejemplo, mientras organizaba una fiesta en Cannes de más de 2 millones de dólares, entregó solo 8.000 dólares a causas benéficas. Parece que las donaciones se dedicaban a mantener el el costosísimo nivel de vida de la top. Por ejemplo durante su estancia de seis días en esa ciudad francesa, de los cuales solo dos tenían que ver con el evento, utilizó fondos para pagar habitaciones de 4.000 dólares la noche o tratamientos de spa por otros US10.000. Hasta sus cigarrillos se pagaban con estos dineros, por no hablar de tiquetes aéreos para transportar a dos misteriosos donantes que costaron 19.500 dólares.
El caso de Campbell se asemeja muchísimo al de una famosa influencer italiana llamada Chiara Ferragni que fue protagonista hace unos meses del escándalo bautizado como Pandora Gate. Este consistió en que engañó a sus millones de seguidores vendiéndoles un famoso pastel navideño llamado Pandoro, cuya recaudación iría enteramente a causas benéficas. Pues bien, resulta que la causa benéfica era ella y que esta platica iba directo a su bolsillo. Tras ser investigada tuvo que pagar una multa de más de 1 millón de dólares y desde entonces su emporio va en picada.
Estos dos ejemplos de frivolidad y engaño, si bien castigados, han generado un daño que aún no se puede medir. Rota la confianza, una vez más, solo quedará el remiendo. Cientos de organizaciones responsables y de personajes famosos que trabajan con seriedad y dedicación quedan en entredicho. Por más injusto que sea, un manto de duda se extiende sobre distintas fundaciones y ONGs.
Cuando de solidaridad y coordinación de esfuerzos se trata, las redes han demostrado su poder multiplicador. Pero en casos como los de estas dos insensatas ese mismo efecto se ejerce en contra. No solo ha salido a relucir la insensatez de su juicio, si es que lo tienen, sino que ahora la reputación de muchos queda gravemente cuestionada por millones en el mundo.