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Enero pareciera el lunes de 744 horas del año. ¡Ahora sí vamos con toda!. Es de las únicas frases que quedan para repetirse mentalmente, para inflar el optimismo en los suspiros de lo que fue diciembre. El mismo que parecía imbatible en la agonía del año viejo y por el que se levantó la mano para decir “este sí va a ser mi año”. Pareciera que Dios ya empezó a reconocer a sus mejores guerreros y a repartir sus más duras batallas.
El destino tiene en la rutina su forma más refinada de conducirnos. Deudas, despedidas, vuelta al trabajo, útiles escolares, propósitos ya incumplidos, quizá relaciones que terminan, las luces multicolores que se apagaron, los adornos que se archivaron. Hay poco porque trasnochar con alegría y el clima no ayuda. Ni el del fenómeno de La Niña, ni el político. Para qué hablar de lo que hace falta para unas vacaciones, no solo en tiempo, sino en plata.
No hay un argumento científico como para sustentar que pueda denominarse esta época como “temporada de invierno emocional”, pero hay pruebas. Uno lo siente. En 2005 le dieron un nombre: “Blue Monday”. Hablan desde entonces del tercer lunes del eterno enero como el día más triste del año. Aunque su fecha no es fija. Dependiendo la zona del mundo y la cultura, lo mueven al cuarto o hasta el quinto, si es que el calendario lo permite. Fue una campaña publicitaria ingeniosa de una aerolínea, para promover los viajes en una época en que la vuelta a la normalidad vaciaban los aviones y los destinos turísticos. Fue ingeniosa no por sus resultados, sino porque fue adoptada por la cultura popular que se identificó con la fórmula que se inventaron: [W + (D - d)] \, x T^Q} \, / \, M \, x \, N.
Cada letra representa un concepto en inglés, pero que puede entenderse como el clima frío y oscuro (W), las deudas navideñas (D) en contraste con los ingresos mensuales (d), el tiempo que ha pasado desde Navidad (T), la frustración por no cumplir los propósitos de Año Nuevo (Q), los bajos niveles de motivación (M) y la necesidad percibida de tomar acción (N). Claro, carece de validez científica y es más una herramienta simbólica que una ecuación objetiva. Además, es una generalización y no un hecho fáctico en todas las personas. Quienes se identifican con este “Blue Monday” encuentran una explicación simple para un estado emocional complejo. Y ese es el punto. Melancolía, dificultades y frustraciones son, entre muchas otras, emociones humanas universales. Albert Camus vivió las que parecían todas las adversidades posibles durante la segunda guerra mundial. Físicas y emocionales. Se referiría a ellas en un ensayo de 1953 en el que reflexiona sobre la posibilidad y la capacidad humana –también universal– para encontrar esperanza y fortaleza interna, incluso en tiempos de adversidad. “En medio del invierno descubrí que había, dentro de mí, un verano invencible” escribió. Y ese es el punto. Por ello el ensayo no se llama “Invierno” sino “El Verano”.
Puede que te identifiques con ese estado “Blue Monday”, pero sé consciente de que es la oportunidad para validar también ese verano invencible en tu interior y que puedes repetirte: ¡Ahora sí vamos con toda!, porque también estamos más cerca del “Yellow Day”, el día más feliz del año, cuya fórmula es todo lo contrario. No hay argumento científico, pero hay pruebas, y puedes respirar con tranquilidad, paciencia y optimismo.
