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“No hay que desperdiciar una buena crisis”. Josh Silverman
Yo creo que más peligrosos que los bichos chinos, son los potenciales efectos siniestros de los “Petro-virus” y los “Corona-Sanders”; pero como faltan meses por aprender lo suficiente del virus de moda de este año, como su comportamiento y debilidades para intentar reducir su accionar; lastimosamente habrá más víctimas, incluidas personas y organizaciones.
Si además de resolver los problemas no aprendemos algo, quedamos a mitad de camino de la experiencia y por ello es necesario identificar algunas reflexiones y lecciones, no exclusivamente sobre temas epidemiológicos, que aunque tempranas e incompletas, vale la pena empezar a considerar y/o recordar.
Las lecciones iniciales son de corto, mediano y largo plazo, como también las que son atemporales. Lo primero es aprender, si no lo sabíamos, que el mundo es más complejo y vulnerable de lo que los modelos econométricos quisieran, porque en esos modelos computarizados no llueve, no hay atracadores ni tampoco hay zancudos y otros transmisores de plagas. Las pantallas de Bloomberg tienen antivirus informáticos, pero no controlan los coronavirus del mundo no digital. Por eso la economía es una ciencia tan difícil, porque navega en la incertidumbre y hasta en el total desconocimiento. La bolsa de valores no es la economía y los instrumentos de política económica no resuelven todos los problemas. Como dice mi amigo Alberto Bernal, la política monetaria o fiscal no puede terminar las cuarentenas, evitar las enfermedades, destrabar las cadenas logísticas, lograr que una vacuna salga al mercado al día siguiente ni que haya siempre trabajadores disponibles.
A mediano plazo vale la pena pensar en una transformación, así sea más lenta de lo deseable, de las cadenas logísticas globales. China no es inmune a problemas, aunque la ausencia de democracia le otorga al partido comunista chino un tablero de mando y control con botones y palancas para actuar que el mundo en democracia no posee. Comparando la situación actual con el brote de SARS de 2003, el mundo se volvió altamente dependiente de la producción china y por ello hay que considerar la necesidad de descentralizar el modelo, como por ejemplo, diversificando las áreas de producción de materias primas y componentes básicos, y/o viabilizando económicamente el acercamiento entre las áreas de producción y las de consumo final. Para esto último la robotización sería una herramienta valiosa.
Cuando empezamos a entender finalmente que debemos enfrentar de manera colectiva problemas globales, así como el aprovechamiento de oportunidades, torpedear el proceso de globalización sería una estupidez imperdonable y el verdadero virus zombi. Este es el momento para trabajar juntos en temas importantes y comunes, no de manera coyuntural sino “permanente”, así las instituciones multilaterales estén pasando problemas.
Y algunas lecciones que nunca debemos olvidar. La baja probabilidad de ocurrencia de un fenómeno no significa que este sea imposible, y “mantener las manos limpias”, en todos los sentidos el término, alarga la vida propia y de la sociedad .