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Hay dos grandes debates económicos en estos días. El primero, es propiciado por el nuevo libro de Thomas Piketty (Capitalismo e Ideología), que acaba de salir en Francia. Según las primeras reseñas, el autor profundiza en su mensaje de luchar contra las desigualdades. Ese fue planteamiento central de su conocida obra, El capital en el siglo XXI, pero ahora, se explora la relación entre desigualdades e ideología.
Las desigualdades, explica Piketty, son justificadas por las ideologías que difunde el régimen (de producción) y son generadas por los impuestos, las leyes, la organización de la propiedad y el sistema educativo. Todos esos factores son funcionales al capitalismo, pero también lo han sido para los regímenes que lo han precedido.
Piketty se muestra más político que nunca, y su compromiso con la causa de reformar a fondo el capitalismo es radical. En Occidente, según él, los socialdemócratas redujeron las desigualdades en el siglo XX, pero las ideologías del estilo de Reagan y Thatcher, las aumentaron posteriormente. De ahí, que se haya presentado una inusitada concentración de la riqueza. Se requiere una movilización ideológica y política para cambiar las cosas. El nuevo modelo estaría basado en el carácter social de la propiedad. Vendrían fuertes impuestos sobre el patrimonio, por supuesto, y se dotaría con capital a cada joven de 25 años, también. La inversión en educación resulta prioritaria en este modelo.
Las primeras reacciones al nuevo libro muestran que el debate va a ser álgido. Con Piketty se puede no estar de acuerdo, pero lo cierto es que sus trabajos están bien hechos y sus estadísticas son impresionantes.
El otro tema grueso es la nueva posición editorial del Financial Times (FT), reflejando un gran descontento frente a la forma como están pasando las cosas en el capitalismo moderno. Se produjeron varios documentos para justificar ese giro. El editorial del FT lo resume con precisión: el modelo liberal capitalista está bajo presión desde la crisis financiera de 2008. Allí se demuestra como los principios de los buenos negocios son necesarios, pero no suficientes para que el modelo sobreviva.
El punto de Martin Wolf, el reconocido economista en jefe del FT, es que las economías no les están sirviendo a los ciudadanos. Las cosas no van bien porque hay una trinidad perversa de bajo crecimiento de la productividad, creciente desigualdad y grandes choques financieros. Lo que se requiere es una dinámica economía capitalista que dé a cada cual una justificada certeza de que va a poder participar en los beneficios. Hasta ahora eso se logra poco en medio de un capitalismo rentista, de poca competencia y débil productividad. Tiene que estar pasando algo malo con el capitalismo para que desde dos orillas diferentes se coincida en la necesidad de hacer cambios. De Piketty era de esperar un planteamiento tan crítico, el del FT es inesperado y muy importante. Al fin al cabo, Piketty hace una crítica externa, para cambiarlo todo, mientras que la del FT es interna, tratando de componer las cosas, desde un diario que ha sido el más firme defensor de los principios de la libre empresa. En consecuencia, Piketty quiere un socialismo remozado y el FT quiere más competencia y productividad.