Por Armando Estrada Villa redaccion@elcolombiano.com.co La pésima convivencia del ser humano con la naturaleza se demuestra, con perversos efectos, en muchos frentes: calentamiento global, sobreutilización de la capacidad de carga del planeta, deforestación y destrucción de paisajes naturales para habilitar terrenos para la agricultura, la ganadería y la urbanización, extinción de especies biológicas debido a la sobrecaza y sobrepesca, contaminación del aire, agua y suelo, destrucción de la capa de ozono, desórdenes climáticos, desertización de enormes extensiones de tierra fértil, escasez creciente de agua y agotamiento de recursos no renovables como petróleo, carbón y minerales. Estos problemas los originan el industrialismo, el urbanismo y el empleo utilitario de los conocimientos científicos y tecnológicos en la producción y en las tareas de la vida social. El calentamiento global causado por el dióxido de carbono lanzado a la atmósfera por la quema de combustibles, como la gasolina y el carbón de los vehículos y las centrales de energía, es el principal problema ambiental, con la consecuencia de que el nivel del mar se elevará a medida que se deshielen los glaciares polares y se calienten y expandan los océanos. Estados costeros que serán inundados son, entre otros, Bangladesh, los Países Bajos y Egipto y ciudades como Tokio, Venecia, Jakarta, Miami, Nueva York, Montevideo, Buenos Aires, entre 300 en todo el mundo, serán anegadas. Además, el calentamiento global es fuente del desorden climático, que provoca desplazamientos y se materializa en inundaciones, tormentas, sequías, tifones, tornados, huracanes y olas de frío y de calor. Comparten responsabilidades en el calentamiento global los países industriales, que arrojan a la atmósfera grandes cantidades de gases provenientes de los combustibles fósiles, y los países subdesarrollados, causantes de la deforestación. Esta circunstancia obra como argumento para que se reclame de los países industriales financiación para las tareas ecológicas del Tercer Mundo, con el fin de impulsar la transferencia tecnológica indispensable para reducir sus emisiones, resultantes de la deforestación y la degradación forestal. Reclamo que hasta el momento no ha tenido una respuesta positiva. Las amenazas ambientales, con el calentamiento global a la cabeza, aparecen como uno de los mayores riesgos que la humanidad debe enfrentar en el presente, ya que pone en peligro la estructura de la Tierra. Hoy, el mundo está más poblado y es más rico que nunca; sin embargo, está rondando el desastre ecológico y económico, a no ser que se tomen medidas vinculantes de urgencia. Consciente la ONU de esta grave situación, convocó la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro de 1992 y ha convocada en distintas ciudades del mundo hasta ahora 26 conferencias de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, la última de ellas celebrada recientemente en Glasgow, en las que siempre se aprueban declaraciones con buenas intenciones desprovistas de valor jurídico, por efecto de la presión de las empresas de petróleo, carbón y gas. Para preservar el medio ambiente y detener o bajar las emisiones de CO2 y de otros gases contaminantes, se exigen medidas de tipo político, social, económico y científico que solo el conjunto de Estados, por su compromiso con el bien común, pueden tomar, ya que debe aceptarse que los problemas ambientales no admiten soluciones de libre mercado. La mano invisible de que habló Adam Smith no se inquieta por estos problemas. Sus energías están más preocupadas por cuestiones de utilidades y dividendos que en asuntos ecológicos....