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El destacado economista austriaco, Ludwing von Mises, afirmaba: “El hecho de que las necesidades de todos los seres humanos no puedan ser satisfechas, no se debe a las incompetencias de las instituciones sociales, ni a las deficiencias de la economía de mercado. Es una condición natural de la vida del hombre. Las creencias de que la naturaleza dota a los hombres de riquezas inagotables y que la miseria es el resultado de las fallas del hombre para organizar la sociedad, son totalmente falaces”.
Instituciones sociales incompetentes: “La preservación de la libre empresa y de la propiedad privada de los medios de producción benefician solo a una minoría de explotadores parasitarios que afectan una inmensa mayoría de trabajadores. Allí se enmarca un conflicto irreconciliable entre capital y trabajo. Esta lucha solo puede desaparecer cuando un sistema de organización social justo -socialismo o intervencionismo- sustituya al injusto modo de producción capitalista”.
“La naturaleza no genera paz y buena voluntad. La característica distintiva del “estado natural” es el conflicto permanente. Cada especie es la rival de otras especies. Esto significa que la subsistencia es escasa y no garantiza la supervivencia de todos. Los conflictos nunca desaparecen. Si una banda de bandidos se une con el fin de derrotar bandas rivales y logra, finalmente, eliminar sus enemigos, surge un nuevo antagonismo entre los victoriosos para repartirse el botín. La fuente de los conflictos radica en que lo que corresponde a un hombre reduce lo que les pertenece a los otros. Este dilema no siempre admite soluciones pacíficas”.
“Lo que permite que las relaciones entre los seres humanos sean amistosas es la gran productividad y generalización del acceso a los bienes producidos que se logra con la división del trabajo... Gracias a esta mayor productividad se multiplica el suministro de bienes. El interés en producir a gran escala más alimentos, más ropa, más carros, más accesibles y a bajos precios, intensifica tanto los intereses personales como la cooperación social, motivos por los cuales se reducen los enfrentamientos. La competencia derivada de estas intensificaciones reduce la agresividad biológica”.
“El zar de un estado socialista se considera infalible porque dispone del poder para asignar los escasos recursos disponibles y decidir qué, cómo y quiénes deben producir. Esta infalibilidad es fuente de fatales errores... Los capitalistas no pueden evitar cometer errores, pero tienen la ventaja de prever lo que los consumidores solicitarán y lo que los competidores están realizando”.
El filósofo Jeremy Bentham afirmó: “La pobreza no es trabajo de las leyes, es el resultado de la condición primitiva de la raza humana”.
Los pobres de los países capitalistas de hoy disfrutan de una mejor calidad de vida, de servicios de salud, de pensiones de jubilación... que no se soñaron los ricos de siglos atrás. No pasan de ser fábulas los paraísos terrenales que pintan los socialistas frente a la depravación que le atribuyen al capitalismo. Estos fracasos ya se demostraron en Rusia, China, Cuba, Venezuela... Los “Petros” de estos países transitaron y transitan por la vía de la pobreza para dominar a sus infortunados ciudadanos.