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Columnistas | PUBLICADO EL 29 septiembre 2022

La izquierda calla ante Irán

Al parecer, el antiamericanismo es más fuerte como pegamento que la democracia, la libertad o los derechos de las mujeres. Cuando una tiranía es antigringa poco importa el feminismo.

Se van a sorprender. Existe un país donde las mujeres son apaleadas hasta la muerte por la policía por no llevar ocultos sus labios. Un lugar donde no pueden conducir una motocicleta o llevar el pelo como les venga en gana. Puede que ese lugar les pille algo lejos, pero imagínense por un momento vivir día a día con unos barbudos que les dictan lo que pueden o no pueden hacer. Ese país es Irán, donde rige una teocracia desde que la revolución de los ayatolás puso fin a décadas de libertad. Desde entonces, las izquierdas de todo signo han sido más que complacientes con el régimen iraní. Cuanto más a la izquierda, más simpatizaban con los barbudos. Al parecer, el antiamericanismo es más fuerte como pegamento que la democracia, la libertad o los derechos de las mujeres. Cuando una tiranía es antigringa poco importa el feminismo.

A las pruebas nos remitimos, ante el silencio cómplice de la inmensa mayoría de los líderes de la siniestra, desde socialdemócratas hasta comunistas, a cuenta de la violenta represión desatada por las protestas a raíz de la muerte bajo custodia policial de Masha Amini. La joven de 22 años fue detenida por no llevar bien colocado el velo y asesinada el pasado 16 de septiembre en dependencias policiales. Las autoridades iraníes han admitido hasta ahora 41 muertos —además de 1.186 detenidos—, una cifra que la ONG Iran Human Rights, con sede en Oslo, eleva al menos a 76 en las casi dos semanas que duran ya las protestas. La ONU, por su parte, ha denunciado que “las fuerzas de seguridad han respondido [a las manifestaciones] en ocasiones con municiones reales”.

Entre el casi centenar de fallecidos figuran hasta el momento seis mujeres y cuatro niños. La mayoría de las familias han sido obligadas a enterrar a sus muertos de madrugada bajo la amenaza de presentar cargos contra ellas si divulgaban la muerte de sus seres queridos.

La revuelta está secundada por miles de mujeres, jóvenes y cada vez más hombres a medida que se extiende la represión. Muchos vivieron los tiempos de libertad, cuando las mujeres no estaban obligadas a llevar velo o podían vestir minifaldas y acudir sin segregación a los colegios o las universidades.

Antes de la Revolución Islámica de 1979, Irán era un ejemplo de la convivencia del islam con la modernidad, el liberalismo y el feminismo. De hecho, el velo se abolió oficialmente en 1936, durante la era de Reza Shah Pahlaví, el padre del Irán moderno. En 1941 comenzó la revolución blanca que derivó en que en 1963 las mujeres iraníes obtuvieran el derecho de voto, antes, incluso, que en muchos países occidentales.

Además, la ley de protección de la familia aumentó la edad mínima para el matrimonio de las niñas, de 13 a 18 años, y dio a las mujeres libertad para pedir el divorcio. También hizo que los hombres solo pudieran tener una esposa y estableció un programa de secularización. El resultado fue que varias mujeres llegaron a ser ministras y juezas.

Con la revolución de los ayatolás, las escuelas fueron segregadas y los hombres y mujeres que no tenían parentesco eran arrestados si los sorprendían socializando entre ellos.

Cuando se cumplía una semana de la muerte de Masha, le preguntaron al presidente del gobierno español, el socialista Pedro Sánchez, por la represión en Irán. Su respuesta fue que “desconocía” en profundidad los sucesos y evitó condenar la muerte de esta joven a manos de la “policía de la moral”. Sus socios chavistas de Podemos ni siquiera han abierto la boca, no en vano muchos de ellos acudían cobrando a las tertulias del servicio en español de la televisión iraní.

Todo un ejemplo de la doble moral de la izquierda. Feminista solo cuando le conviene 

Humberto Montero

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