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Me leí un libro titulado ¿Cómo conseguir el voto de los colombianos?, escrito por Carlos Lemoine y su hijo Pablo Lemoine. En la página 105 tiene el siguiente título: “¿Qué espacio le queda al centro?”. La respuesta es que al centro solo le queda generar inflexibles del centro. El término inflexibles se aplica, en las elecciones actuales, a quienes dicen: “Nada con Petro porque Petro va acabar con las empresas” y “Nada con Fico porque Fico es la continuidad del gobierno de Duque”. Podría haber infinidad de ejemplos de lo que dicen los inflexibles, pero un par de muestras es más que suficiente. En las curvas de los gráficos, que muestran en una serie de tiempos, se puede observar que a medida que aumentan los inflexibles de derecha o de izquierda, se le reducen las posibilidades al centro. El centro desaparece.
Vamos a adelantar varias hipótesis sobre que le pasa al centro.
Tal vez el centro no existe. Iván Duque se considera de centro. El libro que publicó en la campaña se llama El centro es el camino. El partido de derecha se llama Centro Democrático. El centro es mucha cosa no siempre bien definida. La literatura dice que el centro es estar lejos de los extremos. Lo que no dice la literatura es qué es estar lejos de los extremos.
Los candidatos del centro no emocionan. Son demasiado racionales. Hacen diagnósticos de qué nos pasa, por qué no se han logrado las cosas, etc., sin ninguna propuesta que emocione. Y en las elecciones actuales, el ego de los protagonistas es otra explicación. Por eso, los extremos seducen más. Son más arriesgados. Su discurso anticorrupción tiene poco de original, pero se toman la bandera.
En el centro rechazan los partidos, en lugar de transformarlos por dentro. Se quedan entonces solos, sin estructuras políticas en las regiones.
Las declaraciones de Alejandro Gaviria al Financial Times son la muestra final de que el centro no fue siquiera un proyecto político para estas elecciones. Gaviria se anticipó en la real politik y esto fue interpretado como un daño al candidato del centro. Las reacciones de sus compañeros de la ahora inexistente Esperanza, como Jorge Enrique Robledo, empeoraron todo. Ya lo había dinamitado Íngrid Betancourt, dejando las opciones para Fajardo en menos que escasas.
Coda: Dado que la campaña actual está llegando a niveles intolerables que pueden provocar un ciclo de violencia inimaginable, parecida incluso al Líbano de hace unos años, hago una propuesta pública: el ganador de las elecciones, sea quien sea, debe pedir al perdedor la lista de los ministros que pensaba nombrar y darle la oportunidad a mínimo tres para hacer un gobierno cercano a la unidad nacional