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Columnistas | PUBLICADO EL 24 septiembre 2021

LA BOMBA DIPLOMÁTICA

Por Sylvie Kauffmann

No se equivoque. Esta es una crisis, no una disputa.

La nueva asociación entre Estados Unidos, Gran Bretaña y Australia, en la que Australia estaría dotada de submarinos de propulsión nuclear, ha dejado a los franceses enojados y conmocionados. Y no solo por la pérdida de su propio acuerdo, firmado en 2016, para proporcionar submarinos a Australia.

Los funcionarios franceses dicen que han sido bloqueados y engañados por aliados cercanos, que negociaron a sus espaldas. El sentimiento de traición es tan agudo que el presidente Emmanuel Macron ha optado inusualmente por guardar silencio sobre el tema, delegando la expresión de una rabia muy pública a su ministro de Relaciones Exteriores, por lo demás callado, Jean-Yves Le Drian. Cuando se le preguntó en la televisión pública si el comportamiento del presidente Biden recordaba al de su predecesor, Le Drian respondió: “Sin los tuits”.

Las consecuencias son mucho más que un acuerdo comercial descartado, orgullo galo y egos magullados. Esta bomba diplomática ha expuesto crudamente las reglas no escritas de la competencia entre grandes potencias, en las que Francia no puede ser un jugador a menos que lleve el peso de la Unión Europea detrás. Estos días han girado en torno a la geopolítica del siglo XXI y el brutal ajuste de viejas alianzas a nuevas realidades.

Francia se considera una “potencia residente” en la región Indo-Pacífica, un campo de batalla crucial para la rivalidad entre Estados Unidos y China, porque posee varias islas y mantiene allí cuatro bases navales. Desarrolló su propia estrategia para la región en 2018 y desde entonces ha estado presionando para que la Unión Europea elabore un proyecto similar. Irónicamente, la estrategia Indo-Pacífica de la Unión Europea se presentó el mismo día que el acuerdo, conocido como Aukus, se hizo público. El plan, por supuesto, fue ahogado por el alboroto.

Australia era clave para la estrategia francesa. Más allá de la venta de submarinos, Francia previó una asociación con este país que agregaría un pilar importante a su presencia en la región. Ahora todo el plan está en ruinas. Desde el punto de vista francés, el nuevo programa establecido por los estadounidenses en Australia es tan enorme, que no deja espacio para ninguna otra iniciativa. Para reconstruir su estrategia regional, Francia ahora está mirando hacia la India, con la que ya coopera estrechamente.

Aquí está en juego un realineamiento de las alianzas en la región, que Estados Unidos ha logrado con tanta consideración por sus aliados como demostró en la desastrosa retirada de Afganistán. El orden mundial está mutando, las alianzas se multiplican. Eso no deja espacio para los europeos continentales, a pesar de que tienen intereses comunes.

Los franceses no sospechan que el gobierno de Biden maniobra deliberadamente para dividir Europa - el viejo truco del expresidente Donald Trump – pero lo culpan por juzgar mal el impacto de su política de mano dura.

Esto plantea muchas preguntas difíciles para Europa. A medida que las tensiones entre las dos potencias siguen aumentando, los líderes europeos podrían no tener el lujo de la ambivalencia por mucho tiempo y se verían abocados a tomar partido.

Estados Unidos también tiene preguntas que responder. ¿Asociarse con el Reino Unido posterior al Brexit en esta delicada fase de su relación con la Unión Europea y humillar a los franceses contribuye a la estabilidad de Europa y la unidad de Occidente? Si Washington realmente quiere que sus aliados europeos se hagan cargo de su vecindario, ¿está dispuesto a aceptar el concepto de soberanía europea, incluso en las adquisiciones de defensa? ¿Y qué quiere para el futuro de la Otan?

Sintiendo dudas crecientes entre algunos de sus socios de la Unión Europea sobre el compromiso de Estados Unidos, los franceses ahora tratarán de impulsar una Europa más autónoma y soberana, con mayores capacidades para actuar tanto militar como diplomáticamente. Pero la ilusión de que los franceses podrían ser el socio de Estados Unidos en una relación más equilibrada bajo la administración de Biden, aliados, pero no alineados, probablemente se haya perdido

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