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Resulta inexplicable que los antioqueños puedan pensar en volver a llevar a la Gobernación a una figura que estuvo a punto de vender la Fábrica de Licores de Antioquia (FLA), que no fue capaz de actuar con severidad frente al fiasco administrativo y contable de Plaza Mayor, durante su paso por la Alcaldía de Medellín, y que, a quince días de terminar su gestión, dejó firmados los contratos millonarios y onerosos para la ciudad de Parques del Río, proyecto que después mostró una planeación de costos llena de inconsistencias y se volvió un dolor de cabeza para Federico Gutiérrez.
Cómo premiar, pero sobre todo cómo confiar en alguien que fue capaz de vender discursos de humo —o de alcohol evaporándose— sobre la inviabilidad de la FLA frente a la penetración y competencia de los licores extranjeros. Aníbal Gaviria, hoy de nuevo candidato a la Gobernación, le dijo a la ciudadanía que era mejor vender un activo con un futuro tan riesgoso. Lo que en ese momento no se explicaba era a quién se le iba a vender esa joya de las finanzas departamentales que sigue siendo la FLA.
Con todo y los yerros gerenciales de gobiernos posteriores, y con una corrupción que ha estado enquistada allí en varias administraciones, la FLA es un símbolo de la región y de su capacidad de hacer empresa. ¿Cuánto dinero le ha transferido y le puede seguir transfiriendo al sistema de salud regional?
Pero para Gaviria eran mucho más jugosos los ingresos por la venta, que esas utilidades que él avizoraba en declive.
En la Alcaldía de Gaviria, las Empresas Públicas de Medellín hicieron además otras compras y ventas bastante cuestionadas dentro de los intereses y bienes públicos: la compra de Aguas de Antofagasta, en Chile, fuente de debates interminables en el Concejo, liderados con valentía por la edil María Paulina Aguinaga. Un negocio con una inversión en mejoras de esa marca y esa empresa, y una proyección de utilidades, más largas y dilatadas que la Vía Panamericana.
La venta de la porción de propiedad de Une, a Millicom, tampoco fue bien vista por quienes creíamos y creemos que EPM tenía la capacidad de buscar socios estratégicos para ser competitiva, antes que entregarles a los privados una red y un negocio que habían sido montados y gobernados con habilidad por brillantes y considerados gerentes de una entidad que ha sido orgullo histórico de eficiencia de Medellín y Antioquia.
Ahora incluso algunos partidos políticos alternativos (esos Verdes, tan pintones y virados) piensan en alianzas con un candidato que, como gobernante, ha dejado una larga lista de interrogantes sobre su visión y cuidado de lo público. El que tenga ojos, que vea.