Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6
Por Juan José García Posada - juanjogarpos@gmail.com
El retroceso de lo que se entiende en común como democracia no es en Colombia una simple percepción circunstancial o una impresión pasajera. Es un hecho real, progresivo y sostenido que lleva por lo menos dos decenios. La revista inglesa The Economist examina ese fenómeno por medio de una unidad llamada de inteligencia y en estudio reciente dictamina que nuestro país ha venido rebajando en el puntaje y en el momento actual está muy cerca de perder la categoría mediocre de democracia defectuosa para bajar a la condición de híbrido, es decir muy próximo a catalogarse como régimen autoritario.
Esto es como para que no sigamos engañándonos con títulos falsos como el que señala a Colombia como la democracia más sólida de Hispanoamérica, parecido al antiguo lema de Atenas latinoamericana que se le atribuía a Bogotá porque allá vivían y sesteaban mandatarios y políticos dedicados a la poesía, la literatura y las digresiones filosóficas y que de vez en cuando hasta alcanzaban para gobernar y guerrear. No porque haya elecciones periódicas y al día siguiente se titule que triunfó la democracia es razonable proclamar que la tal democracia, sólo representativa, sea real y no ilusoria y hasta caricaturesca.
En El País de España publicaron en estos días una versión del informe de The Economista. Dice, por ejemplo: Con el puntaje de 2024, Colombia ha quedado a escasos puntos de entrar en el grupo de regímenes híbridos, en el que la presión del gobierno sobre los partidos y candidatos de oposición es alta. “Las debilidades graves son más frecuentes que en las democracias defectuosas: en la cultura política, el funcionamiento del gobierno y la participación política. La corrupción tiende a ser generalizada y el Estado de derecho es débil. La sociedad civil es débil. Por lo general, hay acoso y presión sobre los periodistas, y el poder judicial no es independiente”.
Las pesquisas de The Economist confirman lo concluido en informes recientes y subrayan, como escribí hace algunos meses, la condición minoritaria de la democracia en el planeta: “El marcador global total cayó de 5,23 a 5,17, alcanzando su nivel más bajo por los retrocesos en todas las regiones, con excepción de Europa occidental y Norteamérica. En el ranking, que lideran Noruega, Nueva Zelanda, Suecia, Islandia y Suiza, 60 países, que suman el 39,2% de la población mundial, están clasificados como regímenes autoritarios; 46 países, el 38,4% de la población mundial, como democracias defectuosas, 36 países que suman el 15,7% de la población mundial son regímenes híbridos y 25 países, 6,6% de la población mundial, son catalogados como democracias plenas”. ¡Sólo son democracias plenas en un 6.6%!
Pero no es sano cultivar el pesimismo, ni vaticinar catástrofes ni militar en un casandrismo escandaloso. La actitud más recomendable debe ser la de un escepticismo razonable, sereno, sin desesperos ni angustias, sin apagar la esperanza ¿O será cierto que la democracia nuestra va en reversa porque salió a vacaciones hace tiempos y no nos hemos dado cuenta?
Este portal utiliza datos de navegación/cookies propias y de terceros para analizar información estadística, optimizar funcionalidades y mostrar publicidad relacionada con sus preferencias. Si continúa navegando, usted estará aceptando nuestra política de cookies. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información en nuestra politica de cookies