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Risk es un juego genial de mesa, que muchos hemos disfrutado con cierto grado de paciencia. Este clásico juego de estrategia fue inventado por Albert Lamorisse en 1957. Me puse en la tarea de revisar varios blogs y artículos de expertos en este juego y saqué a manera de ejemplo, algunas de sus recomendaciones ante la pregunta retadora del juego: ¿Conquistarás al mundo?
Los expertos nos dan algunas claves. Conquistarás el mundo, si y solo sí, aplicas a profundidad los conceptos de traición, alianzas y ataques sorpresa. Nunca se te olvide, todos los otros jugadores son tus enemigos. Siempre habrá más opciones de salir victorioso en el juego si apuestas por una estrategia de ataque. Por supuesto, no dejes territorios débiles que puedan ser fácilmente conquistados por tus oponentes.
Igualmente, aseguran los fanáticos del juego, que la diplomacia es una herramienta poderosa para lograr alianzas temporales con otros jugadores y así enfrentar a un enemigo común, pero siempre mantén tus propios intereses en mente. Las alianzas no duran para siempre y deberás estar preparado para cuando se rompan. Si logras que tus oponentes te perciban como una amenaza mayor de lo que realmente eres, pueden gastar recursos valiosos en atacarte, debilitándose en el proceso. Captura países para recoger cartas. Manipula la percepción para desviar ataques. La negociación puede ayudarte a ganar tiempo y espacio para fortalecer tus posiciones. Pues bien, ante la pregunta retadora del juego: ¿Conquistarás al mundo?, la respuesta es clara y contundente. Por supuesto que se puede conquistar el mundo, es que de eso se trata el juego.
Bueno cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. La OTAN decidió correr la cerca haciendo caso omiso de las reiteradas advertencias de Putin, quien reaccionó con el abrazo del oso ruso y Ucrania terminó pagando los platos rotos. Europa está despertando del letargo. Tarde. Tendrá que escoger entre convertir a Ucrania en un puercoespín de acero o subir el gasto en defensa, como mínimo, del 2% al 5% del PIB.
Acaba de llegar un nuevo jugador a la mesa, con enormes ganas de patear muy lejos el tablero. Un líder que simboliza, como pocos, el calificativo de halcón. Es ante todo un negociante ambicioso más que un estadista. Tiene el poder de comandar un gran transatlántico. Con cierta ironía, está comenzando a ser muy admirado por los de la izquierda radical. Saben que los ideales democráticos y liberales de occidente se están extinguiendo como una pequeña vela en medio de un voraz incendio.
Este halcón, obsesionado cual más por conquistar el mundo, goza del aprecio de sus seguidores quienes comparten el único mandamiento de la religión: Si Estados Unidos está bien, el mundo estará bien. No están solos en el juego. La obsesión conquistadora exacerbada la comparten con Rusia y China. Al halcón le preocupa más China que Rusia.
Sálvese quien pueda. En medio del caos, vale la pena recordar las palabras de Norman Finkelstein. “Si algún día se sienten inútiles, recuerden que tomó 20 años, billones de dólares y cuatro presidentes de EE. UU. reemplazar a los talibanes por los talibanes”
